BLOOD

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Chapter 01

Blood

Las mejillas le dolían.

El chico de cabellos rubios no podía recordar cuantas horas tenía sonriendo sin parar en su trono. Sus manos se movían de un lado para otro, regalando saludos y besos a las personas que se encontraban en el enorme salón, que a causa de esas mismas personas, hacían que el lugar se mirará más pequeño de lo que en realidad era.

Aries, Rey de Estanglia, había comenzado la temporada de puertas abiertas para los habitantes del reino. En el evento, las personas eran capaces de tomar una comida y convivir dentro del castillo real además de poder hablar e incluso, por unos cuantos segundos, tocar al rey. Esta clase de evento solo se hacía durante una semana cada cuatro meses. Eran sólo tres días donde personas de diferentes aldeas y pueblos alejados del palacio venían a conviven con su gobernante. El rey era una celebridad. Las personas lo admiraban y lo querían. Muchas personas proclamaban su amor por el rey y lealtad al reino. Muchos le agradecian la forma tan sincera, gentil, y altruista en la cuál gobernaba el reino. Pero este amor no era sincero. No del todo. Aries sabía que la gente solamente lo quería por el hecho de ser el rey que había traído orgullo al reino. No es que aquello fuese malo, las personas solían amar a los individuos que los hacían parecer más fuerte y superiores a los demás, incluso cuando ellos fueran más débiles que sus enemigos. A nadie le importaba la forma en la que gobernará. El podría ser un hombre sin sentimientos y encadenado a una vida de miseria y a nadie le importaría siempre y cuando exista comida en sus mesas.

Desde su coronación, algunos cuantos años atrás, el joven rey había superado las expectativas de muchos. Sus ideas y nuevos planes habían explotado la economía del reino y ahora eran uno de los reinos más ricos del globo terráqueo. Esa era la razón por la que lo amaban.

Nadie ama a aquel individuo que no les da algo a cambio. El amor solo funcionaba de esa forma.

Y esta también es una de las razones por las que solamente podían ver al rey tan poco tiempo. Era más bien una estrategia establecida hace muchos años para tener la simpatía de los ciudadanos. Una fechada para tranquilizar a los ciudadanos de una forma. De demostrarles que su gobernante no era un títere muerto, que tenía compasión y simpatía humana. Para darles más alivio a sus deseos.

Aries era demasiado poderoso e importante, y como tal, un precio muy grande estaba en su cabeza. No es que ellos hayan checado dichosos números, el mundo solo funcionaba de esa forma. Aries no sentía ninguna preocupación por su muerte. Si algo le ocurría la guerra se proclama sobre su cuerpo sin vida y los culpables pagarían muy caro. Él pasaría a la historia sin importar que, habría un funeral donde las personas lloraran su muerte y después alguien más sería coronado como el nuevo rey. Simple.

Por su parte en la guerra, en caso de que dichosos responsables fueran integrantes de reinos fuera del Círculo de Baltín, ellos sabrían lo que una guerra con Estanglia significa. No por nada, nunca nadie los había conquistado.

Bueno, no había porqué preocuparse de dichos eventos, Aries solo tenía que preocuparse en complacer a los múltiples niños que le regalaban abrazos y azúcar, y charlar brevemente con los orgullosos ancianos. Todas sus responsabilidades de rey estaban en algún otro lugar, seguramente en su oficina en forma de papel, tinta, y sellos. Ahora solo importaba seguir con la imagen de buen rey.

Después de despedirse de la mujer de ojos verdes, una pequeña se acercaba a su trono. Una gran y feliz sonrisa en su rostro.

El mundo, las personas, el amor. Todo aquello funciona de una forma tan peculiar. El destino también funciona de la misma manera.

Un minuto eres una pequeña caminando hacia la celebridad y orgullo de tu Reino.

Al siguiente estás en el suelo.

Y al siguiente todo está rojo.

[Break]

El sonido del ferrocarril moviéndose a toda velocidad era el único sonido distintivo en la habitación. El joven rey de cabellos rubios casi blancos se encontraba parado en medio del vagón mientras que uno de los tantos sirvientes a su disposición acomodada los lazos de su corcel.

No muy lejos de él, un hombre de cabellos negros y mirada seria se encontraba admirando el panorama. No había mucho que ver ni que admirar, el paisaje estaba compuesto solamente de un montón de árboles que cambiaban de tamaño mientras el tren se movía. A veces, pequeñas flores podían ser vistas a lo lejos, eran pequeños parches de amarillo y naranja aquí y allá entre el pasto gris.

En pocos minutos llegarían a Braz, un pueblo ubicado en las costas del Este de Mercia donde saludarán a los habitantes del pueblo brevemente y después tomarían un barco para zarpar a Kiev, el reino vecino del este.

Cáncer, Honorífico Guerrero de Mercia, entró en al silencioso vagón unos minutos después cuando la quien había parado.

— Hemos llegado, su alteza. — Anuncio el chico de cabellos rojizos y piel oscura. A continuación, dos escuadrones de cinco guerreros entraron a la sala. Capricornio, el de cabellos negros, se levantó de su asiento y caminó hacia el centro del vagón para encontrarse con el de cabellos rubios,

Virgo, Rey de Mercia, solamente asintió hacia Cáncer. Cinco guerreros rodearon a cada hombre. Cáncer encontrándose en frente de ambos escuadrones. Y así, comenzaron a hacer su camino hacia la salida del tren. Sin embargo no habían podido ni pisar el suelo de Braz cuando una chica de cabellos rubios y ojos grises llegó corriendo hacia el guerrero. La chica, quien vestía el distintivo uniforme de mensajera del reino vecino del Norte, paró en frente del guerrero y, haciendo una reverencia, ofreció el trozo de papel a sus superiores.

Capricornio, quien había rompido formación, tomó el mensaje. Nadie podía leer correspondencia real más que él y el rey. Después de abrir el sobre con bordes dorados, el consejero procedió a leer la carta. Dos minutos pasaron en silencio, Capricornio solo volteo a ver al rey y leyó:

"... con la suma vergüenza de no dar la cara y de usar estrategias de cobarde. Un individuo atento en contra de la vida de Aries, Rey de Estanglia."

Virgo alzó una ceja en respuesta y después de un gran suspiro, habló:

—  Cancelen todo. Nos dirigimos a Estanglia.

[Break]

Horas después y cruzando el mar, Acuario, Consejero de Kiev, releía las mismas palabras que Capricornio le había leído a su reina.

El hombre tenía un pequeño puchero en su cara, había anticipado felizmente aquella visita de los Reales de Mercia por meses. Acuario había solicitado una gran ceremonia llena con los platillos más exquisitos y exóticos de sus tierras. Entre ellos grandes botellas de vino y delicias de azúcar. Al parecer su deseo de mostrarle su amado a sus amigo no se cumpliría en ningún momento cercano.

Olivia, Reina de Kiev, había dado la misma orden. Todos iban de camino a Estanglia.

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