COLD WAR

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Chapter 11

Cold War

Una figura estaba sentada en el marco de la ventana mientras observaba el panorama que ofrecía su torre. Hoy era un día lleno de nubes que cubrían el sol haciendo que un filtro gris y melancólico cubriera la gran ciudad de Adonis. 

Capricornio no era de aquella ciudad. Él provenía de una pequeña ciudad al norte de Mercia, cerca del borde de Estanglia, llamada Palú. Sin embargo, con el paso de los años, aquel pueblo comenzaba a sentirse más lejano que nunca hasta el punto de sentir que aquel lugar ya no era su hogar. No del todo. Por ahora Adonis y el Palacio de Flores eran su hogar, aunque no del todo igualmente.  El panorama compuesto de edificios altos, parques verdes, y los múltiples vendedores se había convertido en una imagen tan familiar que a veces se encontraba a sí mismo buscando aquellas características en Palú.

Su pluma de pavo real se movía de un lado al otro a un ritmo lento y casi mecánico sobre el papel, y Capricornio se encontró a sí mismo observando aquel hipnotizante ritmo mientras escribía. Una vez dedujo que su carta era lo suficientemente larga como para poder por lo menos demostrar importancia, Capricornio paro sus palabras, y firmó el trozo de papel con una simple 'C'. 

Examinando su contenido, Capricornio sintió vergüenza ajena hacia sí mismo. No pudo contenerse, y cerró sus ojos fuertemente cada vez que leía una nueva palabra. 

Capricornio no era una persona que expresa sus emociones muy seguido. Es algo natural de sí mismo, algo que nunca trata de atribuir a un deseo de ser distante o cortante. Por lo tanto, sería lógico que las palabras fueran su escape para compensar su bajo nivel de expresión física. Normalmente lo era, un poco pero incluso así muchas veces se quedaba corto, pero últimamente las palabras que escribía era tan falsas y tan blandas hasta el punto de parecer que a Capricornio no le importaba lo que estaba escribiendo. Y aquel no era el caso. 

Usualmente escribir una carta para alguien importante para él era fácil y fluido. Siempre había tantas palabras que decir cuando el canal estaba lleno hasta el tope. Pero en esta ocasión era algo más vacío y más estresante, seguido de un terror que lo hacía querer llorar.

Aquella era la quinta carta que había intentado escribir en tres días. Entre más tiempo pasaba, Capricornio sentía que jamás podría encontrar sus palabras, y fue esa la razón por la que había escrito aquella quinta llena de palabras sin emociones. Escribir algo solo para poder enviar la carta, y hacerla lo más larga posible para hacer creer que la había escrito desde su corazón. Se había engañado a sí mismo.

Capricornio dobló la carta en tercios y la puso encima de las otras cuatro dentro de la pequeña caja de madera que poseía. Capricornio era lo que se podía describir como alguien aterrado, y alguien que sentía terror de dejar ir a cualquiera de sus creaciones. Sentía que si quemaba alguna de las cartas después las necesitaría, y eso le provocaba un miedo absurdo.

No ayudaba el hecho de que aquella carta se sentía como una traición y una bendición al mismo tiempo. Aquello lo aterraba incluso más.

Escondiendo la caja en un compartimento debajo de su cama, Capricornio se dirigió al balcón de su habitación ignorando el terror y la ansiedad que le provocaba nudos en su estómago. La vista seguía igual de hermosa y aún conservaba ese aire de melancolía gracias a las nubes. Capricornio cerró sus ojos, y dejó que sus memorias lo transportarán a una pequeña ciudad rodeada de árboles y calles cubiertas de piedra o tierra dura. Adonis tendrá grandes vistas y grandes jardines rodeados de niños y pájaros majestuosos, pero Adonis no tenía grandes estatuas de personas sin nombre y luciérnagas que iluminaban sus calles en las noches. Palú no tenía grandes edificios, pero aquella ciudad tenía tantas grandes memorias que, a pesar de ser dolorosas en aquel momento, eran el tipo de memorias que Capricornio jamás pensaba volver a ver. Memorias preciosas y las cuales puede llamar hogar.

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