Cuarto Campanazo...

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Hace tres meses con complicidad del viento viaja con la libertad con que nació. En la compañía que me brinda la soledad de mis pensamientos, creo que vino a enseñarme que no somos quiénes decidimos cuándo abandonamos a alguien, como lo hacía yo en mis relaciones anteriores, fue una lesión de vida y respeto. La extrañaba mucho, no le veía sentido a una vida como la mía, la culpa me estaba consumiendo, pero también deslumbraba la posibilidad de volver a mi estilo de supervivencia de antes, a nivel sentimental sin compromisos, no habría dolor.

Ahora, estaba sentado en un hermoso restaurante con una atractiva mujer que me habían presentado dos horas antes, sería el reencuentro con mi yo anterior. Terminamos de cenar; ella me susurró en el oído que nos fuéramos, que solo sería placer sin compromiso. Llegando al hotel donde nos quedaríamos, escuché unas palabras sin identificar su procedencia; ¡la cotidianidad está matando mi vida!, la voz era dulce, sexi, pero triste; le di un tierno beso en la frente a esta mujer y la dejé en su hotel, yo continué solo, no estaba preparado para reencontrarme con un pasado que sin importar mi presente había decidido dejar de un lado.

Así pasé un día escuchando en mi mente una voz que no reconocía, que al igual que yo anhelaba escapar de una vida que no deseaba. Por un segundo pensé que estaba loco, estando solo a altas horas de la noche en mi oficina coloque una pistola en mi boca, para mí la vida ya no tenía sentido, cuando supuestamente el segundo que seguía era una dimensión desconocida, en vez de eso por primera vez escuche una sonrisa tuya, tal vez te estabas ahogando y lo confundí con una carcajada, pero eso fue lo que me conecto con la vida. Quizás, yo te pueda ahora devolver el favor, no estás loca, estás hablando realmente con alguien que también está vivo y deseando conocerte en persona; una recomendación no le digas a tu familia que hablas conmigo porque seguro no te lleven a un hospital sino a un psiquiátrico."

Majer sonrió, sonrió mucho, su familia no entendía, pero estaban felices de verla sonreír después de tanto tiempo, así que decidieron no preguntarle nada, solo acompañarla en lo que se deslumbraba era su recuperación. Pasaron tres meses, nadie reconocía a la Majer que estaban viendo, tenía un brillo en los ojos que visualizaba que dentro de ella realmente estaba viviendo una persona. Habla durante horas con Tirsco, se conocen muy bien, de lo único que ninguno se había animado a detallar era sobre su aspecto físico, se sentían cómodos en su amistad mental.

A LA DISTANCIA...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora