03 | LADRON DE AMOR.

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Samuel toma el maletín de cuero color marrón y el saco pesado para despejar su oficina y encontrarse con su apreciada novia.

Antes de salir del edificio cooperativo envía un mensaje de texto: 

"Termine más temprano de lo que imagine, voy a casa. Te amo." 

Y se marcha.

En la calle Hayes Valley se encuentra Christian bailando con su grupo de amigos HipHop hasta que lo ve llegar. Sus ojos se dilataron al notarlo tan elegante y grabando desde con su teléfono lo que todos hacían.

—Sarah, mira ese chico de allá.

Habla mientras continúan bailando.

—¿Él de saco todo elegante? —ella ve que Christian asiente— Esta guapo.

—No hablo de eso, se ve de dinero.

—Parece tenerlo. —responde Sarah.

Ambos dan un giro en el suelo y el baile termina con fuertes aplausos entre la multitud de personas que los admiran.

Christian repentinamente se quita el gorro para pedir alguna colaboración del público pero él solo quiera ver a Samuel más de cerca.

—Sarah. —la llama nuevamente.

—¿Ahora qué?

Él le muestra un billete de cien dólares.

—Fue lo que el chico rico me dio. —parece emocionado.

—¿Vamos por él?

Y en ese momento Christian asiente como niño con juguete nuevo para así llevar a cabo su plan.

El grupo de bailarines tienen semanas en el sitio haciendo una y otra vez las mismas coreografías, por ello las personas ya no son tan concurrentes y están generando menos dinero. Todo esto cambio cuando Jonny sugirió una escapatoria y era robar dinero.

Christian lo observa muy sigiloso, ve como Samuel saca su móvil del bolsillo para enviar un mensaje cuando sus amigos cubiertos en el rostro llegan hacia él.

—¿Qué hacen? Joder.

Suena muy asustado.

Del grupo, solo dos decidieron cumplir esta misión y tomaron algunas varas de metal que encontraron en un callejón. Con ellas lo golpearon varias veces en las piernas y en su espalda.

—Dejadme, por favor. —grita.

En ese momento, Christian siente un sentimiento de culpa enorme al verlo sufrir. No puedo seguir siendo cómplice de esto.

Así que corre hacia ellos y los detiene con fuerza.

—¿Qué haces?

Gruñe uno de los ladrones y en su defecto, su amigo.

—Lárguense, ahora.

Christian abre mucho sus ojos como señal de que deben hacerlo y ellos cumplen sus ordenes saliendo de allí corriendo.

—Eh, ¿Estás bien? —le tiende la mano.

Samuel lo toma algo confundido y se coloca de pie.

—Maldición, se ha llevado mi teléfono.

—Al parecer no.

En ese momento estira su brazo y le entrega el dispositivo como forma de disculpa aunque él no lo sepa.

—Oh, Gracias... De verdad gracias por ayudarme. 

Los ojos de Samuel no dejan de fijarse en los de Christian y no saben que deben hacer luego de este acontecimiento. Así que solo se miran; como dos chicos que encuentran un mundo diferente en el otro.

—Bueno, debo irme.

Christian dice para despedirse.

—Espera, yo también iré al subterráneo. Yo puedo escoltarte esta vez.

Ambos ríen por un momento pero es más que eso. Quieren conocerse lo más que puedan, aun no están listos para alejarse y dejar todo en el olvido.

—De acuerdo, vamos.


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