2. Triste realidad

8.9K 370 4
                                    

2

Al día siguiente volví a ver a Frank. Me ruboricé al instante, pero pasé de largo y no le hablé. ¿Para qué? Como tal no éramos amigos, tan sólo éramos compañeros de clase. En algún momento trabajamos juntos en un proyecto que nos había dejado la profesora de Literatura. Tiempo pasado, después de haberlo entregado, Frank no volvió a dirigirme la palabra, a menos que yo fuera quien iniciara la conversación. Y claro, yo no podía decir más allá de un "hola, ¿cómo estás?", a lo que él respondía "hola, bien..." y se volteaba para seguir charlando con sus amigos.

Nadie se enamoraría de la gordita [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora