Había una vez, un pequeño demonio hijo de dos seres completamente distintos. Su padre era un príncipe con noble y de buen corazón, su madre una fuerte y peligrosa ser demoníaca. Su nacimiento fue el fruto del amor que tenía la mujer por el príncipe, pues desgraciadamente el príncipe solo reaccionaba a sus deseos carnales.
Cuando el fruto de aquella "relación" nació, ya tenía varias responsabilidades encima. Desde su corta edad fue educado y entrenado para soportar las cargas que llevaría la herencia de su madre.
El pequeño demonio, soporto duros entrenamientos y comentarios mal intencionados de otros seres con respecto a su casta. Mitad humano, mitad demonio... no importaba, él sería el sucesor legítimo del rey demonio. La parte demoníaca del pequeño ser le hacía no rendirse y demostrar que era digno, pero la parte humana le orillaba a llorar en ocasiones, solo cuando la oscuridad de su habitación le dejaba.
Cuando atacaron la fortaleza de los demonios, para el pequeño todo se derrumbo. Su madre cayó en combate y su abuelo enfermo. El gremio se caía lentamente y moría al igual que el rey. Una súcubo logró localizar a su padre por órdenes del Rey demonio,pues era hora que su nieto se encontrará con su lado humano. Aunque para el pequeño demonio fue doloroso dejar al Rey, aceptó el conocer al príncipe y vivir bajo su tutela.
~☆~
Por el pasillo de aquella antigua e imponente mansión se escuchaban las fuertes pisadas de alguien al correr, una respiración acelerada junto a los pequeños jadeos del esfuerzo que provocaba tal carrera. Un niño de ojos verdosos, cabello negro corría como si de eso dependiera su vida, lo cual no distaba de la realidad.
-¡Joven Damián!- un hombre mayor exclamó al casi chocar con el menor, mas su sorpresa aumentó al ver al persecutor del niño - ¡Amo Bruce!
El mayordomo fijo su vista nuevamente en el menor, notando que tenía en sus manos lo que figuraba un bote de pegamento y alguna bolsas de un polvo diamantado en un tono verde limón. Un suspiro de resignación salió del mayor, su pequeño joven amo se metiera nuevamente en problemas.
Por otro lado padre e hijo continuaron con aquella persecución, la cual acabó cuando el menor se vio acorralado por algunos muebles. Bien, a sus escasos 6 años entendía que cualquiera en su posición pediría misericordia, pero no él.
-estás en problemas jovencito - la voz de su padre le hizo voltear a verlo, el tono serio y ver aquella imponente figura de brazos cruzados y el ceño fruncido le hacía pensar en lo que había logrado: un nuevo castigo.
-padre...yo... - se callo al ver el gesto que hacía el mayor, puso sus manos atrás de su espalda y con un porte orgulloso miró a su progenitor.
-Es la cuarta persona a la que le juegas una "broma" en esta semana - masculló molesto, mientras veía a su hijo - ¿algo que quieras decir?
Al menos aquella zorra estaría alejada de su padre por una buena temporada, si no es que para siempre.
-tal vez el joven Damián no, amo Bruce - el mayordomo llegó al lado del Wayne mayor.
-¿Alfred? - el comentario descolocó al Wayne.
-le recuerdo que el joven Damián entra a las diez en punto al curso de verano, el cual, debo mencionar, fue idea suya señor - sacó su fiel reloj de bolsillo para verificar la hora - aún falta que termine de arreglarse, sin mensionar que le queda unos 20 minutos para llegar a su junta directiva , señor.-
-...- miró su reloj de muñeca, en efecto tenía el tiempo justo para terminar de arreglarse y llegar a la oficina - estas castigado, una semana sin televisión.-
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Una Madre Para Damian
RandomDe cómo el pequeño Damian cree que su nuevo profesor de Educación Física es perfecto para ser su nueva Madre.