La esperanza de Filguí

3

Ella no dejaba de gritar.

- No voy a hacerte daño !Debes tranquilizarte¡ - le exigió la voz.

Cuando ella asintió la mano cedió un poco.

- Mi nombre es Taus, peregrino de las tierras boreales. El peligro que se cierne sobre nosotros es mortal. Debemos ser cautelosos si queremos sobrevivir.

Piaerí era incapaz de articular palabra, aunque en el fondo se encontraba más tranquila. De alguna manera la voz de aquel extraño le proveía sosiego.

- ¿Cuál es tu nombre muchacha?

- ¿Eh?

- ¿Cuál es tu nombre?

- Piaerí... mi nombre es Piaerí.

- Bien, Piaerí, salgamos por la puerta trasera y busquemos un lugar más seguro donde te puedas esconder.

- Debo encontrar a mis hermanos.

- Los buscaremos, pero primero debes hacer lo que te diga.

Ella asintió vehemente.

Siguió al hombre hasta la parte posterior de la casa. Afuera la calma había retornado. El fuego de la torre estaba encendido nuevamente y el viento había cesado. Piaerí preguntó qué ocurría, no recibió respuesta.

Llegaron a los linderos del bosque, frente a ellos se alzaban los imponentes pinos. Piaerí notó que su compañero respiraba agitado, pronto esa agitación se convirtió en un ataque de tos que se extendió por algunos momentos.

Una vez recuperado, Taus pidió silencio.

- Debemos darnos prisa, se acercan.

- ¿Quiénes?

Él la jaló de un brazo a lo que ella se resistió.

- No me iré hasta que me diga que es lo que ocurre - aseveró ella.

- No hay...

La frase quedó inconclusa ya que en aquel instante, el extraño personaje se hincó y una esfera brillante y blanca los rodeó. Ésta comenzó a ser impactada por objetos que Piaerí no podía identificar.

En medio de aquel desconcierto, Taus se levantó con sus manos apuntando al cielo y profirió un grito, sus manos eyectaron una onda lumínica que al instante expuso varios espectros que levitaban a unos pasos de ellos y les miraban con profundos ojos blancos.

Dorgoms, espectros que absorben el alma de los vivos.