-Pasado-
[Aldea Mizukane]
//PoV Normal//
AGHHH!!! -Los Gritos de una mujer resonaban en una habitación bastante grande.
¡Vamos usted, puede! Solo un poco más -fue lo que dijo una voz masculina- ¡Por favor siga tomando su mano! Que siente que no está sola.
Tú puedes, estoy aquí contigo, solo un poco más -dijo otra voz masculina, dicha voz era tranquila.
Aquella mujer de cabellera negra y mechones azules, quien se encontraba en un Futón, no era más que Mizukane Nanami o mejor dicho Tsukuyomi Nanami, quien estaba en labor de parto.
¡Va-vamos, sa-salgan ya! ¡Qui-quiero tenerlos en mis brazos, AGHHHHHH! -Grito tan fuerte que podría jurar que hasta el infierno escucho su grito de dolor.
Aquella noche, dos niños gemelos habían nacido, uno con unos mechones negros en su frente y otro con mechones azules, pero algo que compartían ambos con su progenitora, era aquella Heterocromia en sus ojos.
Aquel que nació primero, lo llamaron Meikay, pues para sorpresa de ambos progenitores, lo primero que hizo tras nacer fue con sus manos generar unas llamas azules y una esfera de agua, el segundo que nació, fue llamado Ryuken, pues al querer estornudar, soltó un potente grito similar a un Dragón. Ambos... Fruto del amor de dos especies distintas, su padre, un Dragón azul y su madre una humana con el poder que rige a las almas.
Ambos jóvenes, crecieron con el amor de ambos padres, jugaban juntos, reían juntos, lloraban juntos, entrenaban juntos. Uno no hacía nada sin el otro, como uña y carne, eran lo opuesto al otro, Meikay, un niño energético y extrovertido que se hacía amigo de todo aquel que hablara con él, dispuesto a pelear sin importar nada... Ryuken por otro lado, era Introvertido, tenía miedo a hablar con la gente y buscaba cosas más pacifistas, aun así, ambos hermanos fueron entrenados por sus padres, tanto en magia, talento físico y el poder del anima de la casta Celestial.
Meikay, pese a su corta edad, demostró una hábil mente estratégica y una capacidad física sin igual, logrando derrotar hasta adultos que le medían el doble, pero su magia y anima, flaqueaba en ambos, no podía controlarlo, algo que no ocurría con Ryuken, quien demostró con excepción de su capacidad física, ser mejor estratega, así como igual de inteligente que su hermano mayor, pero sobre todo... Capaz de usar sus poderes a tal punto que solo una esfera muy pequeña causaba una explosión devastadora.
La gente le llamo prodigio, pero era algo que no quería, sentía que le hizo daño a su hermano y una noche, cuando ambos hermanos veían las estrellas. Aquel tema salió a la luz, algo que Meikay respondió con una sonrisa.
¡Eres increíble Otouto! Eres mejor que yo, te dije que tenías un gran potencial -dijo este abrazando a su hermano- oye, no debes sentirte mal por mí, algún día te alcanzare y ya lo veras, seré un gran líder y te tendré como mi mano derecha, ¡Seremos imparables!
H-Hai, Ani-Ue -fue lo que dijo Ryu algo nervioso, pero feliz de ver como su hermano no tenía rencor alguno y lo sabía pues ambos veían en el alma del otro.
El tiempo había pasado y como dijo el mayor, este supero a su hermano menor en tan solo 3 semanas, pues sin saberlo, Meikay despertó sus dos [Habilidades Únicas], [Adaptarse] y [Evolucionar] pero, así como ambos niños crecían y convivían con sus padres, las cosas cambiaban y entre ellas, el sueño del joven de ser un líder y es algo que discutía con la persona que más quería en el mundo y aquel que era su confidente.
¿No quieres ser el próximo Líder? Pero, ese era tu sueño desde los 3 años -fue lo que dijo Ryu.
Lo sé, pero... Con todo lo que nos cuenta Haha-Ue y lo que dice que veremos en el viaje que haremos el próximo año con ella y Chichi-Ue, me plantearon el querer aventurarme por mi propia cuenta -dijo el pequeño- eso me llevo a lo que de verdad quiero ser.
YOU ARE READING
Legend Reborn [Re Edición]
PertualanganElla era alguien que siempre dio todo de si, sacrifico muchas veces su bien estár por mi, salvaba a la gente y me dio todo, ella tenia un sueño, el sueño y deseo de que todos vivieramos como uno... Pero al final lo perdio todo, hasta la vida sin que...