Capítulo 3 El hombre del espejo.

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Habían pasado unas tres semanas desde que Tiffany estaba viviendo conmigo. En la jefatura unos pocos sabían que salíamos, no queríamos divulgarlo. Un perfil bajo es mucho mejor.

Este fin de semana ella iba a pasarlo con sus familiares a unos 60 kilómetros de Saint Laurence, lugar donde resido hace unos diez años.

-¿Tiffany Jacobson? Anunció el secretario de la jefatura. Alguien la estaba buscando.

-Ya vuelvo Ben. Me dijo besándome en la frente.

-¡Ay Tiffany! Tan hermosa... exclamó alguien.

Estaba en el cuarto de investigaciones de la policía, la voz me resultaba bastante familiar, provenía de mis espaldas, al girarme me encontré con un gran espejo reflejándome.

-¡Ya cálmate campeón pareces asustado!

-¿Qué quieres? El hombre del espejo era mi otro yo... un hombre más fuerte y decidido, alguien que si valdría la pena.

-Solo vengo a recordarte que no estás para amoríos, recuerda nuestro plan, tu noviecita nos estorba.

-¡Ya cállate! Le grité para que parara, yo sé que es lo que está pensado y no es nada bueno.

-Sácala de la casa antes que lo haga yo.

-¡Basta!

-¿Pasa algo Ben? Era Tiffany, justo había entrado para ver lo loco que estaba.

-Em no, solo... estoy nervioso nada más. ¿Quién te buscaba? Pregunté intentando cambiar de tema.

-Era un familiar de Thompson me dijo que hace mucho no saben nada más de él.

-Porque está muerto. Dijo mi yo del espejo riéndose, llamémosle Jim.

-Basta idiota. Lo observé con una mirada de odio.

-¿Ben que te pasa? Tiffany me agarró la cara para que la mirase.

-Nada amor solo estoy cansado.

Ya eran las 10 pm habíamos terminado con el trabajo de laboratorio y estábamos muy agotados. Tiffany buscaba sus maletas y partía hacia la casa de sus padres. La acompañé hasta la terminal de ómnibus y nos despedimos.

La vuelta a casa fue algo tedioso, ya me había acostumbrado a su presencia, el no estar con ella me agobiaba.

-Basta Ben ¿no ves que te hace mal? ¡Ella estorba!

Jim me molestaba todo el tiempo pero ahora era mucho más irritante.

-Matemos a alguien Ben, recordar viejos tiempos ¿no te parece?

-Mira he cambiado. Lo miré de reojo, intentando descifrar que diría ante esa respuesta. Igual yo no había cambiado, era una mentira, siempre sentía ganas de asesinar a alguien solamente que mi mente estaba ocupada en otros asuntos y casi no lo pensaba de seguido.

-Allá hay una prostituta ¿qué te parece asesinarla solamente para descargarnos? Los dos estaremos más contentos. La última frase me la susurró en el oído. Pero Jim tenía razón, necesitaba asesinar a alguien.

Estacioné en la esquina y la prostituta se acercó a mí.

-Hola cariño ¿quieres pasar una linda noche?

-¿Cuánto cobra? Pregunté agriamente.

-25€ la hora.

-Sube.

Conduje hacia mi casa y guarde el auto en mi garaje. Nadie nos vería porque las ventanas del coche son obscuras y el garaje forma parte de la casa.

La locura del crimenWhere stories live. Discover now