Capitulo 4 Asesino a sueldo

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Los días transcurrían lentamente. Había tenido cita con mi psiquiatra para que me recetara nuevas pastillas y así no poder ver más a Jim, ni escuchar a Jonas.

En la jefatura teníamos más trabajo de lo habitual, muchos ajustes de cuentas entre las mafias estaban surgiendo y nos tocaba investigar. Todo el mes tenía que trabajar solo porque Tiffany tenía vacaciones, todo estaba calmo en mi vida.

-Ben quiero que vengas un minuto a tomar muestras de saliva. Me dijo Bruce desde el umbral de la puerta.

-Ok ahí voy. Junte mis instrumentos para tomar la muestra y me dirigí a la sala de interrogatorios. Al entrar me encontré con Mathew J. sentado en la sala. Es un reconocido sicario de Saint Laurence que se la pasaba matando personas por dinero y otras veces por pacer, le generaba "divertido". Jamás la policía tuvo las pruebas necesarias para inculparlo, aparte de que trabaja para la mafia más poderosa de la ciudad. Gozaba haciendo su trabajo y cobrando por ello, me generaba tanta envidia.

-Hola. Me dijo Mathew sonriendo.

-Supongo que estás aquí por algo que hiciste. Junté las muestras y le hice un gesto para que abra la boca.

-En realidad solo quieren mis muestras para descartar sospechosos. Se levantó y se dirigió hacia la puerta para hablar con Bruce.

Era una persona tan fría y seria que hasta al mismo demonio se le helaba la sangre tan solo con verlo.

-Tenemos sospechas de que está involucrado en el contrabando de armas. Dijo Bruce.

-Pero todos saben que él controla las armas de Saint Laurence desde hace diez años. Lo miré indiferente por un momento.

-Lo sé, pero ahora tenemos más sospechas que antes. A parte esos ajustes de cuentas entre mafias cada día van en aumento. Algo grande está por pasar. Exclamó exaltado.

Que un policía ponga tras las rejas a Mathew J. sería ganarse el ascenso máximo en la jefatura. Años lo están persiguiendo y jamás encuentran nada que lo vincule a los casos.

Al terminar mi jornada en la jefatura me dirigí al estacionamiento para recoger mi coche pero para mi sorpresa no arrancaba, el pobre auto tenía varios años y ya no funcionaba como en los viejos tiempos, lo único que podía hacer es ir caminando hacia mi casa, no quería pagar un taxi, prefería caminar así despejaba unas cuantas ideas de mi mente, es el mejor método de relajación. Entre tantas vueltas que di juntando las cosas del auto se habían hecho las 11 pm.

Tenía dos opciones para llegar a casa desde la jefatura: atravesar la ciudad hasta llegar allí, que maso menos son unos 5 kilómetros o pasar por una fábrica abandonada que me serviría como atajo y me llevarían unos 2 kilómetros solamente. Pensé la situación unos minutos y decidí ir por la fábrica, tenía mi arma, nada malo podría pasarme.

Era una fábrica textil de al menos unos tres pisos de alto y contaba con múltiples callejones en su exterior, era muy antigua y su estructura era muy compleja. Cuando iba atravesando la mitad de la fábrica escucho unos ruidos provenientes de su interior y por eso me detuve un momento para deducir que tipo de sonido era, pero lo que escuché eran golpes y voces de al menos dos personas. Me acerque a unas de las ventanas para poder observar mejor y veo a Mathew J. amarrado a una silla, intento aproximarme más y me subo a unos ladrillos que estaban debajo de la ventana. Ahí alcanzo a ver a dos matones parados frente a Mathew, le estaban propiciando una fuerte paliza seguramente un ajuste de cuentas.

-¿Dónde están las armas? Decía uno de los matones.

-No te lo diré. Pronunció Mathew escupiendo la sangre que tenía en la boca.

La locura del crimenWhere stories live. Discover now