Capítulo 3.

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¡Hola! Sé que dejé abandonada esta historia por unos cuantos días más de los que debería, pido disculpas por ello pero con el trabajo no he tenido mucho más tiempo que para publicar Memories, espero poder volver a la normalidad en estos días y publicar las historias que tengo pendientes como esta.

¡Muchas gracias por leer y comentar!

¡Espero que os guste!



Capítulo 3.

Llegó a casa agotado, había sido una mañana larguísima para ser sana. Se había pasado las ocho horas de su jornada sentado en una mesa, delante del ordenador pasando todos los informes que había reunido durante la semana. Todos ellos menos uno, por supuesto. El informe de Jensen Ackles seguía sin completarse porque Abby Ackles había heredado la cabeza dura de su padre cerrándose por completo cada vez que Jared aparecía por la casa.

Lo había intentado por todos los medios que conocía, pero sobre todo intentó hacerse amigo de la niña para que no le viera como una amenaza, que pudiera abrirse con él y le contara todo lo que quisiera. Él no iba a presionarla en ningún momento, tampoco significaba que Jensen lo hubiera hecho. El Omega a regañadientes le había concedido entrar en su casa todas las veces que se había presentado, después los dejaba solos para seguir pintando la casa y en la hora que Jared se sentaba al lado de Abby no conseguía nada. Absolutamente nada. Cero. La pequeña se mantenía en un intenso silencio a la vez que veía la televisión o hacía sus deberes del colegio, pero no abría la boca. Después de ese rato incómodo Jensen bajaba de nuevo ofreciéndole amablemente una taza de café o que se fuera de su casa. Normalmente Jared accedía al café para intentar hablar con el Omega y después se marchaba, pero los últimos días simplemente se marchaba cuando este se lo ofrecía viéndose ya derrotado por el mutismo de la niña.

Suspiró largamente echándose el pelo hacia atrás revolviéndoselo un poco, dejándose un aspecto desaliñado y descuidado, pero se podía permitir ese toque rebelde en su casa para desconectar de toda la mañana. A medida que avanzaba hacia la habitación se iba deshaciendo del resto del traje. Los zapatos en la entrada, la chaqueta y la corbata en el comedor, la camisa la tiró en el cubo de la ropa sucia del baño camino a su habitación, allí se quitó el resto de la ropa sentándose en calzoncillos en la cama volviendo a apretarse la cara entre las manos. ¿Cómo iba a conseguir hablar con Abby si la niña no daba su brazo a torcer? Nunca había tenido un caso tan complicado como aquel, que realmente no era complicado, pero la familia tampoco se lo estaba poniendo fácil.

Dio un bote sobre el colchón cuando su teléfono empezó a sonar rompiendo el silencio de toda su casa. Se levantó para ir a por él al salón ya que se lo había dejado en el bolsillo de la chaqueta. Cuando por fin dio con él no pudo evitar sonreír de medio lado al leer en la pantalla el nombre de uno de sus mejores amigos. Chad Murray. Sintiéndose de repente más animado descolgó dejando que el grito de su amigo le hiciera reír.

— ¡Tío, por fin! Creía que había interrumpido algo interesante.

— Ya sabes que hace mucho que no me pasa nada interesante.

— Qué me vas a contar—. Resopló consiguiendo que los dos rieran.

— Vete a la mierda, menudo mejor amigo.

— Para eso estamos, ¿No? Para dar apoyo y a la vez ser cruelmente sinceros—. Rieron de nuevo y Chad carraspeó. — Bueno pero hoy prometo no meterme mucho contigo, vengo a proponerte algo.

— Viniendo de ti me da miedo que sí.

— No es nada obsceno, no te emociones. He avisado a los chicos y vamos a ir a tomar unas birras por ahí y cenaremos algo, ¿Te animas? —. Se lo pensó por un momento, hacía tiempo que no se permitía a sí mismo darse un capricho.

Abby AU ABOWhere stories live. Discover now