Capítulo 4.

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¡Hola! Siento el retraso, pero últimamente mi mente está a cero y me cuesta un poco seguir las historias, espero empezar a despertar poco a poco y no morir en el vació de mi imaginación.

¡Espero que os guste!

¡Disfrutadlo!


Capítulo 4.


Aquel fin de semana pasó más rápido de lo que podía esperar. Cuando quiso ser consciente de nuevo de en qué día estaba viviendo ya se encontraba delante de la puerta de Jensen Ackles, sus nudillos habían golpeado la madera mucho antes de ser capaz de reaccionar y preguntarse qué hacía allí. Había decidido en un impulso ir directamente por la mañana, antes de que la pequeña se fuera al colegio, quizá así podía pillarla con la guardia baja, por eso estaba en ese momento delante de la puerta, pero al ser consciente de su plan ahora se sentía estúpido. Quiso huir, pero los pasos al otro lado y el aroma del Omega tras la puerta hicieron que se quedara anclado en su sitio. Creyó escuchar un suspiro antes de que se abriera la puerta descubriendo a Jensen con el pelo ligeramente alborotado, gafas de pasta negras y ropa vieja que claramente estaba usando como pijama. Se alivió un poco que la mueca que se formó en la boca del rubio fuera una sonrisa divertida en vez de un gesto de odio.

— Eres incombustible, ¿No?

— Me lo dicen mucho—. Se encogió de hombros sonriendo.

— Ya lo veo, pasa, estamos desayunando—. Ni siquiera se esforzó en pelear con él, simplemente se hizo a un lado para dejarle pasar. — ¿Tú has desayunado?

— En realidad no... Me he levantado y he venido directamente.

— Casi me siento halagado—. Bromeó cerrando la puerta y llevándole a la cocina. — Abby pórtate bien y di buenos días—. Le dijo a su hija, la niña levantó la cabeza de su cuenco de fruta y al descubrir a Jared delante de ella se sorprendió, pero era diferente, el lenguaje corporal de su padre era tranquilo, resignado, así que ella actuó exactamente igual, dejó caer los hombros e hinchó las mejillas un segundo antes de soltar un largo y exagerado suspiro.

— Buenos días, señor Agente.

— Con Jared está bien, no soy ningún policía—. Sonrió acercándose a la mesa para sentarse donde Jensen le colocó unos cubiertos. — Buenos días, Abby, ¿Cómo estás?

— Cansada—. Hizo un enorme puchero. — Es muy pronto y papá me obliga a ir a la escuela.

— ¿En serio? Qué malo—. Bromeó y vio como la pequeña esbozaba una sonrisa anotándose un punto mentalmente.

— Oye, ¿Desde cuándo estás en mi contra? —. Protestó el Omega revolviendo el pelo de la niña y dejó un plato delante de Jared.

— Gracias—. Murmuró mirando la montaña de tortitas.

Jensen se encogió de hombros sentándose al lado de Abby que se terminaba su bol de frutas troceadas y le daba un mordisco a la tortita con chocolate que su padre le ofrecía. Jared no sabía cómo actuar exactamente, la semana pasada, aunque cortés, Jensen había estado bloqueándole con frases cortantes todo el tiempo que se habían cruzado y ahora parecía más tranquilo en su presencia, incluso la niña parecía estar más relajada. Suponía que eso era un reflejo de los propios sentimientos y comodidad de su padre, lo imitaba inconscientemente, pero igualmente no podía evitar sentir que debía tener las barreras de defensa levantadas, por si Jensen cambiaba de parecer.

Fue entonces cuando lo olió y su cuerpo tembló. El aroma del Omega era un poco más fuerte que los días anteriores. No era algo exagerado ni asfixiante, pero él lo sentía como un perfume diferente. Miró a Jensen y entendió lo que le estaba ocurriendo. Su celo no estaba tardando en llegar, posiblemente en unos días el hombre entraría en ese estado y a consecuencia de ello sus hormonas le estaban volviendo más dócil. Entendió que el Omega en ese aspecto era como los demás, a su madre también la había visto en alguna situación similar. Era cierto que ella había pasado por el ritual de la Mordida, por lo tanto su celo desaparecía, pero no era algo completo, seguía teniendo periodos en los que estaba más receptiva, pero únicamente lo captaba su Alfa, su padre, por lo que era un acto mucho más íntimo, más puro. Por eso había sido capaz de detectar su síntoma. Jensen no había sido mordido por nadie, ni siquiera por el padre de Abby, por lo tanto sus hormonas desprendían aquel aroma para cualquier Alfa cercano, aunque todavía no estaba en celo, los ponía en sobre aviso de que muy pronto lo estaría incitándoles de ese modo a acercarse al rubio con cualquier propósito.

Abby AU ABOWhere stories live. Discover now