- Me llamo Leonardo Buonaroti -ofrece su mano educadamente a Sally-. Y me gustaría hablar de un interés común... -le sonríe.
- ¿Qué tipo de interés? -pregunta la peliazul con cierta curiosidad, sacudiendo su mano, pero aún algo temerosa.
- Pues Rayo, por supuesto -dice con una sonrisa-. Verás, soy un detective privado, su padre me contrató para que lo encontrara y así pudiera hablar con él, pero ese tal... Francesco -hace una mueca de asco- está intentando alejarlo de todo el mundo y más de mí porque ya ha descubierto quién soy y solo quiere a Rayo para él solo -pone una expresión preocupada.
- ¿Qué? -pregunta Sally celosamente-. No, no, no puede ser de él, nosotros somos muy felices juntos, es solo que Rayo no se ha dado cuenta aún -dice nerviosa y con ganas de matar a Francesco.
- Ahí es donde quiero que entre usted, intente apaciguar a Rayo, haga que confíe en usted de nuevo, señorita, y así podremos alejarlo de ese chico tan loco -su tono de voz se puede notar algo angustiado-. Por favor, no lo hagas solo por ti, hazlo también por su padre, que tiene muchas ganas de verlo...
Sally se lo piensa un poco pero rápidamente decide aceptar, Rayo no va a ser de ese estúpido, va a ser suyo.
- Está bien, deme unos días para hacerle entrar en razón, por favor.
- Claro, es un placer hablar con usted, muchas gracias -le sonríe y desaparece de allí casi inmediatamente.
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El hostal de Flo no estaba mal, sus habitaciones no eran las más grandes del mundo pero eran muy curiosas y estaban muy bien decoradas además de que se podía ver el paisaje, desiertos y el bosque a unos pocos kilómetros.
- Vaya, camas separadas -se queja Francesco cuando entra en la habitación y cierra tras de sí-. Y a mí que me gusta ser tu almohada.
Rayo rueda los ojos, sintiendo un leve rubor subir a sus mejillas, y se asoma a la ventana.
- Cállate...
A los pocos segundos de decir eso siente los brazos del italiano rodearlo desde atrás y éste pone la barbilla en su hombro, acercando la boca al oído de McQueen, haciendo que se vuelva para mirarlo con curiosidad y algo nervioso.
- ¿Y si juntamos las camas por las noches? Nadie lo sabrá -propone Francesco besándole su mejilla sonrojada.
- No sé... Si quieres -se encoge de hombros avergonzado y mira brevemente los atrayentes labios del otro antes de dirigir la vista hacia sus ojos.
Estos lo miran con una mezcla de sentimientos tan abrumadores que Rayo es incapaz de separarlos y clasificarlos uno a uno, como si estos estuvieran unidos entre ellos y no estuvieran dispuestos a soltarse. Nota cómo los verdes ojos del italiano se acercan cada vez más y es capaz de notar cómo sus labios se rozan levemente, haciendo que la respiración de ambos se acelere un poco.
Todos los pensamientos de ambas mentes son opacados cuando al fin sus labios se juntan en un toque efímero, haciendo que se toquen de nuevo con pasión y deseo, con ganas de comerse el mundo por la sensación que a ambos les inunda. Una sensación que aún no han descifrado, pero que saben perfectamente que no se quieren librar de ella.
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Mientras tanto, la oficina de Brian Weyler hay una calma muy inusual. De hecho...
<<Demasiada calma para ser verdad...>> piensa, entrecerrando los ojos con desconfianza. Sus sospechas son confirmadas cuando unos toques en la puerta de su despacho preceden a su secretaria.
- Señor Weyler, el agente McMissile pregunta urgentemente por usted, ¿le dejo pasar? -pregunta algo agitada.
- Claro, hágalo pasar señorita Gilda -responde con tranquilidad y se apoya en su escritorio con curiosidad.
El agente entra con su característico porte y su serenidad inquebrantable. Su cabello gris plateado está peinado hacia atrás con elegancia y va vestido con un traje negro, una camisa blanca y su corbata es roja, complementando sus ojos azules.
- Señor Weyler -lo saluda con un apretón de manos y lo mira con seriedad-. Me gustaría decir que vengo aquí por buenas noticias, pero me temo que es todo lo contrario... El señor McQueen ha sido incapaz de cumplir su parte del trato, por lo que he traído a mis mejores agentes y solo necesitamos su autorización para comenzar la misión Caballo de Troya -informa.
Brian Weyler suspira y lo piensa. Por un lado preferiría simplemente poner vigilancia sobre Rayo McQueen y protegerlo para que no sufra ningún daño, pero con la misión Caballo de Troya este podría salir herido o muerto de allí, aunque el precio a pagar sería salvar la vida de muchas personas más. Asiente y mira serio a McMissile.
- Está bien, tiene mi permiso para proceder, pero con las condiciones de que Rayo salga lo menos herido posible y que Francesco no se entere de esto -le advierte.
- Tranquilo, usted ya conoce lo discreto que soy, no me descubrirán -dice con una sonrisa confiada y se levanta-. Espero que la próxima vez que nos veamos sean por buenas noticias.
- Lo mismo digo -se despide Weyler mientras ve cómo McMissile sale de su oficina.
<<Soy demasiado viejo para esto>> piensa mientras comienza a leer de nuevo uno de los informes de los agentes de tierra.
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Hello :v
º^º no, no! Con la chancla no! :'v
Sé que hace mucho que no escribo, pero es que la universidad quita más tiempo aún que bachillerato >:'v
Bueno, espero que os guste n.n
<3
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Nadie es lo que parece ser (FrancescoxRayoMcQueen)
FanfictionHola n.n bueno, nunca he escrito sobre esta pareja, pero esto es un regalo a una amiga, así que... YOLO c: Es sobre Francesco×Rayo Espero que a quien le guste esta pareja lo disfrute c: Y la pareja está humanizada, no vayáis a imaginarlo con coches...