Starting Over

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En poco tiempo, se habían convertido en un viejo matrimonio (sin celebrar aún la ceremonia pública), con rutinas inquebrantables y costumbres cómodas. Cuando no estaban peleando contra pandilleros o lunáticos destructores del mundo, se permitían pasar placenteros días disfrutando de sus hobbies. Incluso Bruce había cedido el derecho de decidir sobre su empresa, a alguien digno de sostener su legado, para tener el mayor tiempo disponible. Al menos, por el momento, en lo que no se necesitaba tomar desiciones muy pesadas.
        Una día, mientras los dos se sentaban uno al lado del otro, a la sombra de un sicomoro viejo, en el jardín de la mansión, hablaban sobre cómo darían la noticia a los demás, en especial a Tim y Damian, quienes aún vivían con ustedes.
        No necesitaban mirarse fijamente o dejar sus cosas de lado (era algo más que te encantaba de estar con él: pasar su tiempo haciendo cosas distintas) para saber que el otro escuchaba con atención a su pareja.
        —Entonces, ¿Crees qué es una buena idea hacerles una broma? —te preguntó incrédulo mientras leía. A veces, aún se sorprendía de las cosas que se te ocurrían, pero disfrutaba mucho esa parte de ti.
        —¡Oh vamos! ¿Tienes algo mejor? —tu queja le divirtió y te observó de reojo viendo cómo te soltabas de su mano para cambiar la hoja de tu propio libro.
        —Tenemos que pensar algo mejor.

·Al otro lado de la mansión, sentados en un sillón (o algo parecido), Damian se abalanzaba sobre Tim mientras Dick intentaba separarlos. Atrás Jason no ayudaba mucho, ya que les lanzaba cojines a los chicos para molestarlos más.
        —Diablos, es como ver un capitulo de Malcolm in the middle, siempre estamos peleando —mencionó Richard mientras recibía una patada del menor, a quien había logrado medio inmovilizar para que no agrediera a Drake. El más joven le respondió, consiente de su situación.
        —Tenemos que decirles.
        Hablaba de ti y a Bruce. Era algo que ya habían discutido entre los cuatro (y ocasionalmente intervenían Bárbara, Stephanie y Cass), pero que había tomado fuerza conforme crecían. Si bien, se habían vuelto más maduros y centrados, aún existía esa chispa que hacía que los cuatro quisieran matarse de vez en cuando, además de que todos eran más grandes y fuertes.
        Después de golpearse un poco más, los cuatro se dirijieron hasta con ustedes, donde Alfred los vio desfilar, un poco sorprendido. Iban uno detrás del otro, comenzando por el más joven hasta Dick.

        —Diablos, ¡Cambia la conversación! —gritaste llena de pánico, pensando que de tus labios no habían salido más que susurros.
        —Que buena eres ocultando tus secretos —te dijo tu pareja de regreso, con una voz calma mucho más discreta que la tuya.
        Intentaste imitarlo con una voz chillona, pero habló en voz alta, interrumpiendote.
        —¿Qué se les ofrece, muchachos?
Cómo respuesta, recibieron silencio el intercambio de miradas sospechosas, cómplices. Ese era un juego que ya les conocías bien, pero no los podías culpar, la mitad de su infancia estuvo a cargo del conspiracionista murciélago. Además, admitías, quizás metiste un poco de mezcla a esa sopa.
        Al final, en sincronía, los muchachos llegaron a un acuerdo silencioso y asintieron entre ellos, cediendo la palabra al Robin en turno:
        —Lo hemos estado pensando —comenzó Damian—, y llegamos a una posición unánime... creemos que... —su falsa fachada de seguridad se vio tambaleante ante lo que fuera que iba a decir, cosas que te sorprendía, porque el niño nunca tenía ningún tapujos par hablar de lo que sea que se le ocurriera. Era el claro ejemplo de una persona que hablaba porque podía. Jason le dio un codazo para apurarlo. Intentaste recordar alguna ocasión en la que el pequeño de los Wayne había estado así de nervioso—... Creemos, ¡No! sabemos que no queremos otro hermano. Bueno, no quiero... Yo... Mmm porque sería mi hermano...
        Los cuatro volvieron a asentir, primero con una expresión de satisfacción por haber logrado su cometido de transmitir el mensaje, luego les dieron una mirada autoritaria.
        Bruce te  dirigió una mirada igual de sorprendida, ya que se suponía que los chicos pensaban que no se había casado, ni habían compartido deseos de algun plan a futuro. Quizás ellos, como los buenos detectives que habían aprendido a ser, habían descubierto los secretos que ustedes les ocultaban.
        —Les he comentado a ellos que se escabullen por las noches. No queremos un hermano.
        Era difícil tener una cita privada cuando uno de los dos era famoso, pero era imposible cuando los cuatro chiquillos que criaron tenían demasiadas aptitudes deductivas y también, que eran muy chismosos. Estabas segura de que, más allá de sus suposiciones, Damian no se había enterado de nada inadecuado para su edad (o para lo sagrado de tu intimidad con Bruce), pero bastaba con que hicieran sus conjeturas para que descubrieran algunas cosas.
        Wayne y tú se rindieron, viéndose rodeados y sincronizandose para darles la maravillosa sorpresa.
         —Que mal por ustedes, pero ella si los va a querer mucho —dijiste sin más, dejando que procesaran las palabras.

🌠

Nada, solo los chicos enterándose que serán hermanos mayores. Otra vez.

MINI HISTORIAS DE LA BATIFAMILIA (EN EDICIÓN X1000)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora