| 01. RETORNO DE LOS CRÍOS

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        ELLA SE SENTÍA EN una realidad alterna, en una totalmente distinta a la que realmente estaba sucediendo en ese instante. Las piernas le temblaban y se mantenía inquieta sobre esa incómoda silla. Y es que nunca antes le había resultado tan eterno el silencio y la noche.

      Hasta ese momento no había cruzado miradas con la inspectora, sabía que estaba siendo escaneada por los ojos de esa mujer y que en medio de un interrogatorio no era conveniente demostrar miedo.

    Pero a ella le estaba resultando inevitable.

         El susurro de la inspectora mientras leía cada palabra que componía su libreta la ponía de nervios de punta. Pero no fue hasta que ella alzó la vista que no supo ocultar más sus emociones y estuvo a nada de quebrar en llanto.

        —Ariela necesito que respondas...—murmuró con una seriedad inquietante—. ¿Por qué estabas en esa escuela si no asistes a ella?

     Fue ese exacto momento en el que se preguntó en qué se había metido.

       Y a partir de allí recordó la tranquila y rutinaria noche en la que él regresaba, y en la que todo el origen del caos se aproximaba poco a poco.

         Ella se encontraba en la cocina del bar para el que trabajaba, serena como siempre y con esa envidiable calma que no delataba el cansancio acumulado de todo ese día agotador.

       Vestía unos diminutos shorts oscuros y una camisa a cuadros bordó, prendas que eran conocidas por ser el "uniforme" del lugar. Y que llamaron la atención de la persona que estaba a espaldas de ella.

      Ariela se sacó uno de los auriculares que colgaba de su oreja y saltó sobre su lugar al notar la presencia de esa joven.

      —Hija de...Dios, No puedes estar aquí.

      La chica, que la observo desde el marco de la puerta, sonrió de lado y alzó sus manos en señal de inocencia.

          —¿Sabías tu que las meseras no debéis hacer el trabajo de los lavaplatos?

    —¿Sabías tú que el restaurante está cerrado?

         —Estaba buscando a mi padre...—aclaró mientras tomaba una cerveza de la nevera—. El dueño de esta mierda.

      Ariela cerró la canilla y sacudió sus manos, antes de girarse a mirarla en silencio. Sabía que su jefe tenía una hija, pero nunca llegó a conocerla debido a que estaba de viaje en Cádiz.

mad world 彡 ÉLITEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora