—Eres como Neptuno, Changbin. El último, el más oscuro, el más frío, ése eres tú; Neptuno. Entonces yo soy el sol, vas girando en mi cabeza, tan lejos, tan inalcanzable. —estaba conteniendome, aguantando todo como hice hasta ahora.
Hasta que hablaste.
—¿Qué piensas hacer? ¿Por qué me comparas con un planeta? ¿Acaso crees que soy astrólogo?.
—Tomó valor para hablarte y soltarme ¿Lo único que puedes decir es eso? ¿Sabes el valor que me costo? No te entiendo Changbin, a veces me miras con amor, deseo, otras con odio, recelo ¡Dime ya, por favor ¿Qué te pasa? ¿Qué es lo que sientes por mí?!—no aguanté, grité todo lo que sentía, debí hacerlo.
—Felix, perdón.
—Está bien, está bien —sequé mis lagrimas —sé lo que debo hacer. Adiós —dije con lo que me quedaba de fuerza, para irme y no volverte a ver.
Neptuno se fue, entre las sombras del frío y oscuro amor, lo ahogue en el infinito de mi odio; jamás te perdonare, jamás te volveré a ver.
Hoy, te olvidé.
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