Capítulo 3

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Cerré fuertemente los ojos ya que no podía moverme y el coche venía muy rapido.

Unos segundos después abrí los ojos.

-¿Estás bien?- preguntó un chico mientras me tenía agarrada.

-¿Eres un ángel? ¿Estoy en el cielo? ¿He muerto?- dije confusa.

-No, estás viva he podido salvarte antes de que ese coche te pudiera atropellar- dijo riendo.

-Ah, claro- dije mientras me ponía en pie.

-Solo una cosa, tu bici si está destrozada- dijo el chico.

-¡Oh no! Ahora si que llegaré tarde a clases- dije preocupada pero a la vez aliviada de estar viva.

-Si quieres te puedo llevar la bici al taller-dijo el chico.

-Ay, muchas gracias y sobre todo por salvarme, no se como puedo agradecerte todo esto- dije sacando un bolígrafo y papel de mi mochila- mira, te apunto mi número aquí, llamame más tarde y solucionamos todo esto, ahora tengo que irme, pero muchas gracias de nuevo- dije dándole el papel y salí corriendo.

No podía creer lo que acababa de pasar esto había sido increíble, salvada por un ángel, porque el chico era bastante guapo y esos ojos verdes eran hermosos al igual que su pelo rubio.

Después de correr a toda prisa llegué al instituto y entré a la clase muy agitada.

-¡Hola empollona!- gritó Carlos.

-Hola idiota- dije mientras me sentaba en mi sitio.

Pero Carlos de nuevo se sentó a mi lado.

-¿Por qué vienes tan cansada?-dijo Carlos.

-Si te lo cuento no te lo crees- dije respirando profundo.

-Bueno da igual, tengo una cosa para tí- dijo con una nota en la mano.

-¿El qué?- dije.

-Fui a la sala de profesores y vi en la mesa esta nota que llevaba tu nombre puesto y como no sabía si era tuya o no la cogí- dijo Carlos dándome la nota.

-¡Oh, si que es mía! Me acabas de salvar de una buena, muchas gracias- dije sin poder evitar abrazarlo.

-De nada, yo soy así- dijo riendo.

Me avergoncé un poco después de analizar lo que había hecho, ese abrazo nos puso en una situación un poco incómoda.

-Bueno...¿Y los maestros nunca vienen o qué?- dije.

Carlos se echó a reír.

-Cómo se nota que eres nueva en esto, los maestros nunca aparecen, pero saben si faltas- dijo Carlos.

-Ah, que bien entonces-dije irónicamente.

-Sí- dijo él.

-Una cosa, no me has dicho que has hecho tú para estar aquí- dije arqueando una ceja.

-Pues lo típico, contestar a los maestros y gastar alguna que otra broma- contestó riendo.

-¿A los profesores o a tus compañeros?-dije.

-A ambos- dijo riendo.

-Vaya, ¿Y en qué clase estás? Nunca te visto antes por el insti- dije.

-2°B, y sí he venido este año a este instituto. ¿Y tú a qué clase vas?- preguntó Carlos.

- Ah, a 2° A- dije.

-Que pena que no estemos en la misma clase- dijo Carlos- Así podría hacerte muchas bromas pesadas empollona- dijo riendo tocándome la cabeza.

Un Pequeño SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora