Primer Capítulo: «Tendrás que ir con el guapo de allá»
He’s Point Of View:
–Ella es genial – Una sonrisa sosa ocupaba casi toda la parte inferior de su rostro, mostrando todos los dientes que tenía, gruñí internamente y cerré mi casillero de un portazo, sintiendo la rabia y la impaciencia recorrer mis venas.
–Cállate, dije que no me interesaba, y si bien recuerdo solo fue unos minutos atrás –Gruñí.
–Relax man – Mark alzó las manos declarándose inocente.
–Esta Bien – suspiré pesado “Es que hoy no tengo humor para las cursilerías de mi mejor amigo” cargué una de mis manos en su hombro.
–Bien – rió Mark –Cursilerías, vamos, Señor oscuro, algún día estarás tú en mi lugar y no te dejare hostigarme con tus fanfarronerías – repuso Mark sintiéndose victorioso.
–Que coño man, el amor es una idiotez, jamás, y créeme, jamás, estaré tan jodido como tú man, ella te tiene bajo control – Reí lo bastante fuerte para que todo el pasillo escuchara y para que Mark frunciera su ceño como una pu*ta enrabiada.
–Idiota – susurró este dándole tacto a su puño apretado contra mi brazo cubierto por el cuero negro de mi chaqueta.
–Gracias – dije mientras llevaba mis cosas a otra maldita hora de prisión.
–Buenos días clase – empezó a parlotear la Sra. Hook, y bla, bla, bla... Lo mismo siempre, compuestos, moléculas, –Alumna nueva –, Partículas subatómicas, electrones...
¿Alumna nueva?, pensé un momento y levante mi cabeza algo impresionado. Fruncí el ceño al escuchar como la indefensa chica nueva se defendía del primate que es Kayl, fruncí el ceño y con mi pie corrí la silla a mi lado, indicando que estaba-ocupada-por decirlo así, recosté mi espalda en la pared, puse mis brazos tras mi cabeza y mis pies sobre la silla, no tenía humor hoy para soportar a la alumna nueva, quizás otro día, pero hoy no, ni a ella, ni a nadie.
____’s Point Of View:
–Ella es ____ Lewarton, la alumna nueva, Vamos ___ – se dirigió a mi –Preséntate a tus compañeros nuevos de clase – vociferó la profesora, tratando de llamar la atención del curso, su voz era rasposa, por la edad, creo, o eso era lo que aparentaban su cabeza blanqueada de canas y sus interminables marcas de expresión.
–Como dijo la Sra...– me acerqué a la placa dorada que brillaba prendida al lado izquierdo de su pecho, tratando de descifrar el nombre estampado en ella. –¿Hook?–Ella asintió –soy ____ Lewarton, ____ Keyli Lewarton Green, vengo de Canadá, Barbados exactamente y acabo de cumplir los 18 – sonreí sin ánimos esperando alguna reacción.
–Perdón, preciosa, y ¿cuál sería tu número telefónico?, digo – el castaño aclaró su garganta. –Para celebrar ese cumpleaños, ¿No? – alcé una ceja molesta, mientras el movía las suyas de forma sugestiva, -¿Quién se cree este baboso que es?- me pregunté a mi misma conservando la calma.
–Perdón pero mi número, –respiré profundo. –No se lo doy ni a animales, ni a desconocidos guapo – respondí marcando las palabras clave, mientras los demás abucheaban al castaño que de pronto se volvía rojo, como un tómate, sonreí.
–Basta, es suficiente, tomé asiento señorita Lewarton –
–Gracias – respondí esta vez yo, sintiendo como mis mejillas se acaloraban. –Y bien... – susurre para mi misma mientras buscaba con la mirada un asiento desocupado en cualquier lugar de la sala. –Hola – Dije una vez que me acerqué a la rubia que tenía a su lado, al parecer, el único asiento disponible de la sala, y bueno el otro lo tenía ocupado un chico que aparentaba problemas, quiero decir, Las apariencias engañan, Lo sé, pero el rubio de ojos avellana no parecía traer nada bueno para entregar. –¿Puedo, sentarme? – Inquirí sonriendo.
–Claro, pero si llega AnneSophie – ella hizo una pausa dándole énfasis al nombre. –Tendrás que ir con el guapo de allá– señalo la oji-azul indicando al rubio que yacía con sus pies sobre el asiento, no sin después enviarle un guiño seductor.
–Gracias – suspiré.
–Por nada, tranquila ¿____?– preguntó ella adivinando si había escuchado bien, asentí. –El no es como aparenta hoy – ella me codeó. –Es más bien sociable, guapo y sociable – la rubia sonrió –soy Samantha, dime Sam o Samy, como quieras... Bienvenida – habló de nuevo extendiendo una mano cortés hacía mi para que la estrechara.
–Me gusta más Sam, a mi puedes decirme como quieras – respondí estrechando su mano.
–Ok – ella giró en su puesto volviendo a su posición normal.
(...)
Las horas de clase en Gran Bretaña pasaban más lento de lo que me hubiese gustado, mi mano se comenzaba a dormir tras todos los apuntes químicos que iba tomando, sentí las agujitas recorriendo el interior de mi mano izquierda y el dolor en mi muñeca por la presión que ejercía sobre el lápiz tinta.