7.

15.9K 667 67
                                    

Don't ask why I can't have you, you can't have me.





Después de tu cumpleaños, fueron unos días geniales. Las navidades estaban a unos pocos días y yo quería empezar el año con algo tuyo en mi piel. La nochebuena decidimos pasarla todos juntos y por nochevieja todos nos iríamos con nuestras familias, así que teníamos muy pocos días para pensar el tatuaje.
Quedábamos a diario ya que nos habían dado las vacaciones en la universidad a ambas y a mí esa semana sólo me había tocado trabajar de mañana. Pensamos mil y un tatuajes pero nunca te parecían lo suficientemente buenos. Y eso que, a cada cual que hacías, yo flipaba un poco más. Tenías talento para tantas cosas que creo que nunca me llegué a acostumbrar y siempre fuiste capaz de sorprenderme.

–A ver, Nat, pero qué quieres hacerte, –preguntaste revolviéndote el flequillo, desesperada.

Yo solté una carcajada ante tu frustración y me encogí de hombros.

–No sé, algo simple, –te contesté, pensando en los tatuajes que tenía pensados pero aún no me había decidido a hacerme. –Espera un momento.

Y, tras decirte aquello, fui a mi habitación a buscar la libreta en la que tenía escritos los significados de algunos tatuajes que quería hacerme pero aún no había encontrado la forma de representarlos.
La leíste con esa cara de concentración tan tuya mientras yo te miraba con una sonrisa de idiota en la cara.

–Hala, –dijiste, levantado la mirada hacia mí. –Este me gusta mucho, –dijiste señalando uno de los tatuajes más especiales que quería hacerme.

–Es de mis favoritos, –sonreí. –Pero no sé cómo representarlo.

–Déjame pensar, voy a encontrar la forma de hacerlo, –dijiste como si aquello fuera un reto para ti, yo me reí. –Te lo juro, eh, –insististe.

–Si yo te dejo, –dije. –Pero te quedan tres días hasta que me vaya a Pamplona, así que pon a funcionar esa cabecita que se te echa el tiempo encima, –te di un toquecito en la cabeza y tú me miraste obvia, como si supieses que conseguirías representar aquello.

Tonta de mí por dudar, aunque fuera un momento, de si conseguirías encontrar la forma de que me tatuase lo que tanto tiempo llevaba queriendo en tan poco tiempo.
Literalmente te fuiste por la noche de mi casa y, al día siguiente, a las 10 de la mañana te tenía picando a la puerta de mi casa. Te abrí con mis pintas de recién levantada, queriéndote matar por haberme despertado tan pronto en uno de mis pocos días libres. Pero esas ganas de matarte desaparecieron en cuanto el ascensor se abrió y te vi con un gorrito, un jersey enorme y la cara roja del frío que hacia en Madrid. Estabas sonriendo tanto que pensé que te tenía que doler la cara y todo. Corriste, literalmente, a abrazarme y, cuando nos separamos, entraste a mi casa dando saltitos mientras yo te seguía con una sonrisa pero sin entender muy bien aquel exceso de felicidad que tenías.

–¿Qué te pasa?, –pregunté tirándome al sofá bostezando.

–¡Que lo tengo, Nat!, –dijiste sin parar de moverte por mi pequeño salón. –No sé si te gustará pero es simple como querías y a mí me gusta mucho, –explicaste sentándote en el pequeño hueco que quedaba en el sofá ya que el resto lo estaba ocupando yo al estar tumbada.

Pero, en cuanto te escuché decir aquéllo, el espacio en el sofá dejó de ser un problema porque de un saltó me incorporé y te quité la libreta que tenías en las manos, impaciente por ver qué se te había ocurrido.
Cuando fui a abrirla, me la quitaste de las manos y soltaste una carcajada ante mi cara de frustración.

–¡Oye! Enseñamelo, –te dije haciendo un puchero. –Porfa, porfa, Albi, –pedí alargando la "i".

–Pero sé sincera, si no te gusta no pasa nada, pensamos otra cosa. ¿Vale?, –dijiste y pude ver un poquito el miedo que sentías de que no me gustase.

Volver. // Albalia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora