Desperté a las 6:30 am, como siempre. Me miré en el espejo; mi cabello castaño claro estaba enredado, como todos los días cuando me levanto. Mis ojos color miel estaban algo cansados, tenían ojeras. Dormirme temprano no es algo que me guste mucho. Generalmente me quedo leyendo mis libros, o escribiendo. A veces también chateo con mis amigos, aunque no tengo muchos. Soy una persona muy tímida; pero no es porque le tenga miedo a las personas. Tan sólo se me hace difícil acercarme a gente que no conozco muy bien y entablar una conversación. Y si alguien me habla primero, tampoco sé muy bien de qué hablar, y pienso mucho en lo que debo decir y lo que no. De todas formas, prefiero tener pocos amigos, y reales, a tener muchos ''amigos'' falsos. Odio la falsedad. Odio a la gente hipócrita, y no puedo ser así con las personas que no me caen bien, que por cierto, son muchas. Demasiadas, ya que hay muchas hipócritas en el mundo.
Me considero algo linda, mas sé que los demás no piensan como yo. Les parezco fea a los chicos de mi edad. No me lo dicen, pero me doy cuenta. Si les pareciera linda me hablarían más, y me invitarían a salir, supongo. Nunca tuve un novio en mi vida, aunque sí tuve ''amigovios'' digamos, cuando tenía unos diez u once años. Cosas de niños, nada en serio. Me gustaría encontrar a mi media naranja, a mi ''príncipe azul'', como a toda chica, pero pienso que vendrá en el momento indicado, y tampoco sueño tanto con encontrarlo.
Me puse un pantalón holgado y una remera vieja, junto con unos championes sucios que alguna vez fueron blancos. Desenredé mi cabello y me lo até en una cola de caballo. Eché un rápido vistazo a mi habitación; estaba un poco desordenada. Era demasiado pequeña, y no tenía nada que llamara la atención. Tenía un pequeño armario donde guardaba mi ropa, que por cierto no es mucha, mi cama, una mesa a la cual uso como escritorio y una silla de plástico. Vivo en una casa humilde con mi tío, y no estamos muy bien económicamente. Vivimos en el medio del campo, prácticamente. La casa nos la dio un hombre, y nosostros nos ocupamos de alimentar y cuidar a sus animales: un par de caballos, vacas, gallinas y ovejas. Además, tenemos un caballo que es nuestro. Se llama Jack. Es marrón, alto y con una mancha blanca en su cara. Lo tengo desde mis 12 años, y es muy importante para mí.
- Vamos, Savannah, ya es tarde, desayuna rápido y a trabajar- me dijo mi tío golpeando la puerta.
- Ya voy, Bruce- respondí.
En seguida fui hacia la cocina y me preparé unos cereales con leche. Los comí rápidamente, ya que mi tío no suele tener mucha paciencia y cada vez que lo hago esperar, o que está de mal humor, me maltrata. A veces, en algunas ocasiones, llegó a golpearme. Eso es algo que me duele mucho, pero más emocional que físicamente. De todas formas, no puedo hacer nada, sólo soportar lo que me haga.
Terminé de desayunar y lavé los platos. Siempre me encargo de mantener la casa limpia, y también debo cocinar y obviamente estudiar, pero por suerte estamos en verano y no tengo clases. Me interesa mucho aprender cosas nuevas, pero a veces no puedo cumplir con las tareas ya que debo hacer las cosas de la casa.
En verano, suelo alimentar a nuestros animales y ocuparme de sus necesidades, mientras mi tío ve televisión, sale a tomar alcohol y no hace prácticamente nada. Creo que sus ataques de ira se deben también a su alcoholismo.
Después de salir de casa, me puse a trabajar.
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Del campo a la ciudad.
Teen FictionSavannah Harrison tiene 15 años y vive en una casa humilde en el campo junto a su tío. Él suele tener ataques de ira y la maltrata, tanto física como psicológicamente. Savannah no quiere ver nunca más a su tío, pero eso implicará tener que escaparse...