–Oye, oye... ¡Ya es Lunes! ¿Crees que deberíamos intentarlo?
–¿A qué te refieres?
–¿Cómo? ¿No lo sabes?
–¡Es imposible estar en esta escuela y no saberlo!
–¿Pero vais a decírmelo ya?
–Conoces a ese estudiante de último año, Nigthmare, ¿verdad?
–¿Eh? Sí, ¿no es el presidente del consejo estudiantil?
–¡Ese mismo!
–¿Y no sabías que todas las semanas acepta a la primera chica que le pida salir con él?
–¿Cómo que la acepta?
–¡Sí, sí! No importa quién se lo pida, si eres la primera en pedírselo el Lunes, saldrá contigo.
–¿Entonces por qué estáis tan contentas?
–¡Porque sus relaciones solo duran una semana! Después de esta semana se aburre de ellas y las deja. ¡Y vuelve a empezar!
–¿Y aún así las chicas siguen pidiéndole salir? ¿No es un poco denigrante?
–Bueno, tal vez pero... ¡Se dice que no puedes graduarte sin haber tenido tu semana Nigthmare!
Esas eran las voces que llenaban los pasillos cada vez que comenzaba una nueva semana. Recorrían todas las aulas, y todas las estudiantes parecían intentar llenarse de ánimos para ver quién sería la primera en pedir salir a Nigthmare Joku esa semana.
Y la verdad, es que aún dejando a parte su cambio semanal de pareja, Nigthmare no era un estudiante como otro cualquiera. Había sido transferido desde Moscú hacía un par de años y fue el presidente del consejo estudiantil desde su segundo año en la escuela. Sacaba las mejores notas de su clase, era un perfecto caballero y además de eso, era bastante atractivo. Por eso era que todas las semanas habían chicas intentando encontrarle después de clase, en el descanso para comer, o antes de que tuviera que ir a la sala del consejo estudiantil, para pedirle que pasara la semana con ellas.
El parloteo de las tres chicas cesó cuando el profesor de la primera hora de la mañana entró en el aula, dejando la clase en un silencio solo interrumpido por los lápices escribiendo y las hojas de las libretas y los libros al pasarse. Mientras tanto, en una esquina, Ccino pensaba en la conversación que sus vecinas de pupitre compartían todas las semanas.
¿Qué podía llevar a alguien a comenzar una relación con una chica, si no iba a durar más de una semana? Fuese quien fuese la chica, lo importante era que fuera la primera en pedírsela, ¿y entonces qué? Nunca había escuchado que le fuera infiel a las chicas, y al parecer cumplía su tarea de novio como el más perfecto de los caballeros. ¿Eso era suficiente para las chicas como para aceptar que su relación durase únicamente una semana? Tampoco había escuchado que hubiera durado nunca menos. Lunes a Domingo, ese era el trato. Era un total misterio qué podía pasar por la mente de ese chico, o de las chicas que le pedían salir.
–La clase terminó hace cinco minutos -Sus pensamientos fueron distraídos por su cuarto vecino de pupitre- Deberías dejar de hacer garabatos en la libreta.
–¿Eh? -El albino alzó la mesa para mirar a Arrow, la persona que tenía la mesa a su derecha, y el que además había sido su mejor amigo desde que inicio del curso escolar. Volvió a posar su mirada en la hoja de sus libreta y comprobó las líneas que su portaminas había hecho en las anteriores horas de clase- Ah! ¿Entonces ya es la hora de comer? -Sonrió, llevando una mano a su bolso para sacar la bolsa en la que su madre solía dejarle la comida- ¡Vamos a la terraza, hoy hace muy buen día como para quedarnos en el aula! -Cerró su libreta y la metió en el bolso, levantándose y mirando a su amigo, que seguía sentado y respondió a su propuesta llevándose una mano al mentón.
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Siete días para amarte
Romance-¿Quieres salir conmigo? El rostro de Nigthmare se congeló. Al igual que lo hizo el de Ccino, antes de que ambos pudieran asimilar lo que acababa de decir, y el rojo se apoderase de las mejillas del albino. Y juraría que también vio un ligero respla...