Martes

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Para una persona que no ha dormido en toda la noche, hay dos ruidos extremadamente molestos. El primero, el sonido de tu despertador a primera hora de la mañana para recordarte que tienes que levantarte para empezar un nuevo día, a pesar de que te durmieras hace tan solo unas pocas horas. El segundo, el sonido de tu teléfono vibrando y chillando para decirte que tienes un nuevo mensaje. Y cuando ambas cosas ocurren a la vez, es un caos.

A pesar de que intentó callar esos horribles sonidos tapándose completamente con las sábanas y la almohada, fue imposible ya que el sonido de su familia llamándole para que se levantara no tardó en unirse al coro de sonidos que querían sacarle de su sueño. Torpemente, buscó el despertador para apagarlo y luego cogió su teléfono, lo abrió y se quedó contemplando un momento la pantalla de "Tienes 1 nuevo mensaje", la única fuente de iluminación en su habitación en esos momentos. Abrió el mensaje después de un pesado suspiro y tardó bastante en leer el mensaje que había escrito.


De: Fell (Béisbol)


Asunto: Entrenamiento


Ya que ayer nos obligaste a terminar el entrenamiento antes de lo debido, todo el equipo tendrá que ir a una práctica matutina. Las competiciones comenzarán dentro de poco, ¡no podemos perder el tiempo!
Por favor no llegues tarde, el equipo no se recogerá solo.


–Ah...

Le costó un momento, pero finalmente comprendió lo que significaba ese mensaje. De manera inmediata, significaba que tenía que vestirse rápidamente si no quería que el capitán de su equipo de béisbol volviera a hacerle correr durante todo el entrenamiento. De todas maneras, se iba acostumbrando poco a poco a tener que ir a toda prisa a un repentino entrenamiento matutino, por lo que lo que más le costó fue encontrar las fuerzas suficientes para vestirse, recoger su uniforme deportivo y su material para clase, desayunar y salir a toda prisa con su bicicleta.
La escuela estaba a varios minutos caminando de su casa, una bonita residencia familiar de dos plantas dónde vivía con sus padres, por lo que no tardaba más de diez minutos en bicicleta. Lo bueno que tenían los repentinos entrenamientos matutinos era que a esas horas no había casi nadie en su dirección, por lo que tenía que esquivar a mucha menos gente que el resto de los días, cuando llegaba tarde.
No debía de haber sido una mañana fuera de lo común. Tendría que haber llegado a tiempo al entrenamiento y luego ir agotado a su primera clase de la mañana. Sin embargo, había olvidado durante un momento algo muy esencial.

Aquella no sería una semana corriente.

Sintió el salto de su corazón en cuanto vio a lo lejos una cabellera obscura que reconocía perfectamente. Casi como un acto reflejo, apretó el freno de su bicicleta, para recudir la velocidad. En un solo segundo, todos los recuerdos de la tarde anterior aparecieron en su cabeza.

Por qué se había detenido el entrenamiento. Por qué se había quedado un rato pegado a la puerta del Consejo Estudiantil, a pesar de haberla cerrado, con el rostro sonrojado esperando que el corazón se le relajarse. Por qué no había podido dormir hasta que su mente estuvo demasiado cansada. Por qué llevaba el doble de cupcakes para almorzar de las que llevaba normalmente.

– ¡Nigthmare!

– ¿Eh?

Por pura suerte, su bicicleta se detuvo justo al lado del mayor, que se detuvo al girar y ver a Ccino ir hacia él. A pesar de que el albino le mirase con una amplia sonrisa para ocultar sus repentinos nervios, Nigthmare no parecía mucho más que un poco sorprendido de encontrarle tan temprano.

– ¿Qué haces aquí a estas horas?

Los ojos violetas del mayor se posaron en los plateados un momento, luego cerró los ojos soltando un suspiro. Y su rostro volvió a ser la misma muestra de enfado que siempre le había visto.

Siete días para amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora