Capítulo 1

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El sonido estridente de su alarma la despertó. No, otra vez lunes. Sus fines de semana eran sus días predilectos, podía descansar y realizar cualquier actividad que desease, pero el demandante trabajo como editor en jefe de la revista de farándula más vendida en todo el país no se lo permitió, por esta ocasión. Una noticia estaba por salir del horno, y tenía que ser meticulosa con lo que se redactara en ella.

Obtuvo el puesto de editor en jefe desde hace tres años en Gossip News, y poco a poco estaba labrando su buen desempeño, que ya era reconocido entre la competencia y los editores de otras ramas del periodismo.

Decidió usar un vestido corte tubo blanco de corte sartorial con manga japonesa en conjunto con unos zapatos escarpín nude de tacón alto para la reunión que hoy se tenía pactada con el delegado del dueño de la empresa. Para Evelot, el rostro de Abraham Campbell le era desconocido, apenas sabía que era hijo de su fallecida jefa Katherine. Un sentimiento de nostalgia la embargó al recordarla. Siempre le guardó aprecio y estimación, fue su mentora y el día que la designó como editor en jefe de su revista, puesto que ostentaba pero que dejó por su avanzado cáncer de mama, le expresó: —No confío en nadie más para dejar este puesto que en ti. Sé que continuaras haciendo de esta revista la más vendida.

Aquello fue hace tres años. Lamentó no haber asistido a su entierro, pero su mamá necesitaba su apoyo en New York ese día, pues su papá había resbalado en el baño y tenía que ser operado de urgencia. Sus hermanas, a pesar de que vivían también en Chicago, no podía delegarles que fuesen, puesto que ese día paseaban por la Florida con sus respectivas familias y no regresarían hasta después de una semana.

A pesar de su consumido fin de semana, llegó con su característica sonrisa hacia las oficinas, saludando a quien pasara por su lado con un cálido buenos días.

—Buenos días, señorita O'Connor. —correspondió a su saludo, su secretaria—. Le recuerdo que en treinta minutos empieza la reunión con el señor Campbell.

—Si lo tenía presente. ¿Ya llegó su delegado?

—No señorita. No hay ningún delegado por hoy, el mismo señor Campbel es quien presidirá la reunión. —le informó Beatriz, dejándola sorprendida y un poco nerviosa.

¿Habrá venido para designar a otra persona en este puesto? La sola idea le aterraba, amaba su trabajo como editor en jefe y después de tres años sería muy difícil dejarlo, pero lo haría, si ese era el caso por el cual Abraham Campbell había decidido hacer acto de presencia.

—¿Ya está aquí el señor Campbell?

—Estuvo por un momento, me pidió que le tenga todo listo para la reunión a las nueve y media, pero después se retiró. Asumo que debe andar cerca —miró el reloj de su computador— la reunión empieza dentro de poco.

—Gracias, Bea. No me pase llamadas hasta después de que la reunión finalice. —comunicó—. Estaré revisando algunos datos mientras se hace la hora.

Veinticinco minutos después, sus tacones resonaban al ritmo de su caminar por el pasillo que conducía a la sala de juntas. Entró sin tocar, llevándose la sorpresa de que no era la primera como lo pensó. Frente a la puerta, de espaldas, se encontraba Abraham, quien volteo de inmediato ante la interrupción. Ambos quedaron de frente, con una mesa de vidrio y acabados de madera que los separaba.

—Disculpe. Pensé que no había nadie. —aclaró apenada.

Al fin le ponía rostro al hijo de Katherine. Abraham Campbell era realmente atractivo, con una estatura sobresaliente, de ojos oscuros y pelo negro con insipientes rastros de su madurez. Además, adornaba su rostro con una barba de candado bien cuidada.

El renacer del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora