Capítulo 9

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Dos semanas después

Los Campbell habían sido invitados a una gala benéfica el sábado por la noche. Abraham llevaba a su hija desde que había cumplido los quince años, claro, siempre que ella se mostrase dispuesta a asistir. Esta vez no fue la excepción, y aceptó asistir con él.

Blair, pese a que se moría por salir a una fiesta que se organizaba ese día, optó por acompañar a su padre, sabiendo que llevaría aquella mujer también. Pues, temía perder su lugar en el corazón de Abraham, así que decidió luchar por conservarlo.

Aunque no se había propiciado el encuentro entre ellas, aquel viernes se efectuaría en un mall. Pues, Blair le había pedido a su papá que la acompañara a comprar el vestido. Éste aceptó y sugirió invitar a Evelot, quien también se encontraba en planes de salir a buscar. Aunque en su interior, se mostraba renuente, aceptó para darle gusto a su papá.

Fueron en dirección hacia la oficina de Evelot. Abraham la llamó, y ella ocho minutos después aparecía entre las puertas principales del edificio.

Blair contempló su definida figura resguardada en un vestido lápiz concho de vino, sus ojos cubiertos por sus gafas de sol modelo couvet y una sonrisa en dirección a ellos.

Evelot, continuó su trayecto en dirección al Ford Edge negro estacionado. Temía que sus diez centímetros de tacón se viesen enredados ante el nerviosismo que le concedía el encuentro con Blair Campbell. Observó que la joven le dijo algo a su papá, el cual le respondió con una sonrisa.

Ingresó por la puerta trasera del copiloto, y los saludó con un cálido y sentido buenas tardes. Recibió respuesta tanto del padre como de la hija, lo cual agradeció en silencio. Abraham se estiró entre su asiento y el de su hija para obsequiarle un casto beso. Ella le correspondió algo temerosa ante la posible reacción de su hija.

Abraham y Evelot fueron los únicos en conversar en todo el trayecto. Blair, se mantenía callada escuchándolos y comprobando un dialogo que no moría en el aburrimiento.

Cuarenta y cinco minutos después recorrían 900 North Michigan Shops, uno de los centros comerciales más lujosos de Chicago, donde se encontraban tiendas de las mejores marcadas del mundo. Tanto su papá como Evelot, con sus manos entrelazadas, la acompañaban mientras decidía la marca que usaría al día siguiente.

—Buscaré algo aquí —se detuvo en la puerta de ingreso de la tienda de marca Gucci—. Sigan ustedes buscando, yo los llamo más tarde.

—Mi amor, ¿no quieres buscar algo aquí? —Abraham preguntó a su hija. Ella no emitió ninguna palabra, sólo negó con su cabeza—. Blair, por favor, no eres muda.

—Abraham...

—No. —respondió al fin.

—Muy bien. Estaremos en contacto, nena. —se despidió de su lado con un beso. Luego coloco su brazo izquierdo sobre el hombro de su hija para continuar recorriendo.

—¿Por qué no entras a ninguna? —preguntó varios minutos después de seguir recorriendo y no ingresar a ninguna tienda.

—Mmm... Creo que entraré a Gucci.

—¿Cómo así? —voltearon para caminar su anterior recorrido.

—Me gusta. —dijo después de encogerse de hombros. Blair no confesaría que era su tienda favorita, porque tal vez tendría ese parecido con la pareja de su papá.

Al ingresar, no visualizaron a Evelot. Blair se envolvió en su fascinación por lo vestidos de esa marca, mientras Abraham tomó asiento en una butaca para llamarla por teléfono. Ella no le contestó, así que decidió escribirle. Cinco minutos después seguía sin recibir respuesta.

El renacer del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora