11.『Patas Arriba』

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La puerta delantera se abrió antes de que tuviera oportunidad de tocar. Jin estaba de pie ahí, con la preocupación frunciendo su frente. Yoongi se sentó con la cara pétrea en el salón. Podía haber sido una figura en un cuadro de tan quieto que estaba su porte.

Por lo general había provocado remordimiento abrumador, pero yo todavía oía la voz de Jungkook y recordando su fuerte mano sobre mi espalda mientras me hacia entrar en Sweethearts, al igual que el fresco olor de su colonia.

Muy abajo había sabido cuando bajé del balcón que Jin habría sentido mi ausencia casi inmediatamente. También habría adivinado a dónde habría ido y con quién estaba. Sabía que la idea de venir a buscarme le había pasado por la cabeza, sólo para ser rechazada. Ni él ni Yoongi querrían llamar la atención hacia nosotros tan públicamente.

—No deberías haber esperado, estaba perfectamente bien —dije. Las palabras inintencionadamente salieron sonando demasiado bruscas, imprudentes más que de disculpa—. Lo siento si te preocupé —añadí como una reflexión tardía.

—No, no lo sientes, Taehyung —dijo Jin suavemente. Todavía no había levantado la cabeza—. No lo sientes o no lo habrías hecho—. Odiaba que no me mirara.

—Hyung, por favor —empecé, pero Yoongi me silenció levantando su mano en protesta.

—Estaba preocupado por tenerte con nosotros en esta misión, y ahora has demostrado ser completamente inestable—. Parecía como si las palabras le hubieran dejado un mal sabor de boca—. Eres joven e inexperto, tu aura es más cálida y más humana que la de cualquier otro ángel que haya conocido, y aún así fuiste elegido. Me di cuenta que tendríamos problemas contigo, pero los otros creían que todo iría bien. Pero ahora veo que has tomado tu decisión, has elegido un capricho pasajero sobre tu familia—. Se levantó abruptamente.

—¿Podemos al menos hablar de ello? —pregunté. Sonaba muy dramático, y estaba seguro que no era necesario, si sólo pudiera hacerle a Yoongi entender.

—No ahora. Es tarde. Lo que sea que quieras decir puede esperar hasta mañana—. Y con eso nos dejó.

Jin me miró, con sus ojos muy abiertos y tristes. Odiaba terminar la noche con una nota tan agria, especialmente ya que hace un momento, no podía estar más feliz.

—Ojalá Yoongi hyung no hiciera esa rutina de profeta de la fatalidad —dije.

Jin parecía de repente cansado.

—¡Oh, Tae, no digas cosas como esas! Lo que hiciste esta noche estaba mal incluso si no puedes verlo todavía. Nuestro consejo puede que no tenga sentido para ti ahora mismo, pero lo menos que puedes hacer es pensar sobre ello antes de que las cosas se te vayan de las manos. Te darás cuenta de que esto no es nada más que un amor ciego. Tus sentimientos por este chico pasarán.

Jin y Yoongi estaban hablando con acertijos. ¿Cómo esperaban que viera el problema cuando ellos ni siquiera pueden expresarlo correctamente? Sabía que mi salida con Jungkook era una desviación menor de la agenda, ¿pero cuál era el daño en eso? ¿Cuál era el punto de estar en la tierra y vivir experiencias humanas si íbamos a fingir que no nos importaban? A pesar de lo que mis hermanos pensaran que era lo mejor, no quería que mis sentimientos por Jungkook se pasaran. Eso lo hacía sonar como un resfriado o un virus que en algún momento saldría de mi sistema. Nunca había experimentado tal deseo que consume todo por la presencia de alguien.

Una expresión que he leído en algún lugar cruzó por mi cabeza: "el corazón quiere lo que el corazón desea." No podía recordar de dónde venía, pero quién quiera que lo escribiera tenía razón. Si Jungkook era una enfermedad, entonces no quería recuperarme. Si mi atracción hacia él constituía una ofensa que podía sufrir las consecuencias de una venganza divina, que así sea. Deja que llueva. No me importa.

Halo『KookTae』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora