12. 『Gracias salvador』

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Nosotros los ángeles teníamos asignado cada uno roles y responsabilidades: Algunos de nosotros les daba la bienvenida a las nuevas almas del Reino, ayudando a hacer más fácil la transición; algunos se materializaban en el lecho de muerte para ofrecer consuelo a las almas que partían; y otros eran guardianes asignados a los seres humanos. En el Reino, cuidaba las almas de los niños cuando entraban al campo. Había sido mi trabajo darles consuelo, decirles que en un tiempo verían a sus padres de nuevo si dejaban ir sus dudas. Yo era un tipo de acomodador de niños de preescolar.

Me alegraba no ser un ángel guardián; generalmente tenían exceso de trabajo. Era su trabajo escuchar las oraciones de sus muchos humanos a cargo y guiarlos fuera del camino del peligro. Se podía poner un poco loco – una vez había visto a un guardián tratar de llegar a la ayuda de un niño enfermo, una mujer pasando por un divorcio desastroso, un hombre que acababa de ser despedido, y la víctima de un accidente de auto todo en un mismo instante. - Había mucho trabajo que hacer y nunca suficientes de nosotros para estar por ahí.

***

Jungkook y yo nos sentamos debajo de la sombra de un árbol de maple en el patio, para almorzar. No pude evitar darme cuenta de su mano descansado a tan sólo unos centímetros de la mía. Era fina pero masculina. Tenía una banda plateada alrededor de su dedo índice. Estaba tan embelesada en mirarlo que a duras penas me di cuenta cuando me hablo.

—¿Puedo pedirte un favor?

—¿Qué? Oh, por supuesto. ¿Qué necesitas?

—¿Podrías corregir este ensayo que he escrito? Lo he hecho dos veces, pero estoy seguro que me faltan cosas.

—Seguro. ¿Para qué es?

—Para una conferencia de liderazgo la próxima semana —dijo con informalidad, como si fuera algo que hiciera todos los días—. No tienes que hacerlo ahora. Puedes llevártelo a casa si quieres.

—No, está bien.

Estaba halagado de que él valorara mi opinión lo suficiente para preguntarme. Extendí las páginas en el pasto y las leí. El discurso de Jungkook era elocuente, pero se le habían escapado unos detalles mínimos de gramática que yo identifique fácilmente.

—Eres un buen editor —Él comentó—. Gracias por hacerlo.

—No hay problema.

—En serio, te debo una. Déjame saber si hay algo que pueda hacer por ti.

—No me debes nada —dije.

—Sí, te lo debo. Por cierto, ¿cuándo es tú cumpleaños?

Me desconcerté por la pregunta.

—No me gustan los regalos —dije rápidamente, en caso de que tuviera alguna idea.

—¿Quién dijo algo sobre regalos? Sólo estoy preguntando por tú fecha de nacimiento.

—Treinta de Febrero—dije, lanzando la primera fecha que se me vino a la mente.

Jungkook levantó una ceja.

—¿Estás seguro de eso?

Entré en pánico. ¿Qué había dicho mal? Recorrí todos los meses en mi cabeza y me di cuenta de mi error. ¡Oops! - ¡Sólo había veintiocho días en Febrero!

—Quiero decir treinta de Diciembre —corregí y le sonreí tímidamente.

Jungkook se rió—. Eres la primera persona que conozco que olvida su propio cumpleaños.

Incluso cuando me avergonzaba a mí mismo, mis conversaciones con Jungkook siempre eran atractivas.

Él podía hablar de la cosa más mundana y todavía se las arreglaba para hacerlas fascinantes. Amaba el sonido de su voz y podía haber sido feliz escuchándolo leer nombres de un directorio telefónico. Me pregunte, ¿Sería este un síntoma de enamoramiento?

Halo『KookTae』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora