3. El susto de Renato

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Desde que Alejandro tuvo la maravillosa idea de jugarle una broma a Renato estuve emocionado pensando en mis posibilidades. Ni siquiera pude dormir de la emoción, solo podía imaginar la cara de terror de mi novio e inmediatamente me daban ataques de risa. Todo saldrá perfecto.

Esta mañana antes de la noche de brujas preferí saltarme las clases e ir directamente a la casa de Renato para preparar mi elaborada broma. Lo haría saltar del susto hasta la luna, de eso no cabía duda.

*****

Voy de regreso a casa después de un largo día de trabajo. Hace unos días Alex me había advertido de que Hilal me haría una broma en la noche de Halloween y quería que yo le diera un buen susto. Para mí fue una grata sorpresa pues por fin tenía el pretexto perfecto para mostrarle una adquisición reciente, la cual, no sabía cómo presentarle sin causarle temor. Todavía lo siento muy inocente e inexperto, algo que con mucho gusto pienso arrebatarle.

«Mi hermoso e inocente cachorrito».

Al abrir el portón con mi mando a distancia y estacionar el automóvil en la cochera, dudo un momento.

¿Hilal ya estará aquí? Tal vez llegué muy temprano; sin embargo, se escuchan unos suaves pasos y no puedo evitar sonreír, necesito enseñarle nuestro nuevo juguete.

Bajo del carro como lo haría cualquier noche, camino por el pasillo encendiendo todas las luces, me tomo mi tiempo en el despacho para dejar mis pertenencias agudizando el oído para saber en qué parte de la casa se encuentra mi novio. De pronto, se escuchan unos pasos más pesados que los anteriores y un ruido metálico deslizándose por las escaleras. Debo sofocar una inoportuna risa, Hilal es tan inocente haciendo uso de uno de los elementos más básicos del "terror". Cadenas en las escaleras, qué tierno. Aunque debo fingir que ese ruido no es normal en esta casa.

— ¿Qué demonios? —Pregunto en voz alta siguiéndole el juego.

Camino con paso lento hacia la escalera, pero él no está allí, debió haber subido. De seguro me está esperando en la habitación y es el lugar perfecto para regresarle la broma.

— ¿Hay alguien aquí? —Vuelvo a hablar fingiendo un poco de inseguridad.

Subo las escaleras con lentitud y me asomo a la habitación. Todo está en completo silencio e igual de ordenado como lo había dejado esta mañana. En la planta baja puedo escuchar una suave voz y los pesados pasos se hacen eco. Dudo un poco para bajar de nuevo, aprovechando que estoy en la habitación debería de colgar la nueva adquisición antes de seguir buscando a mi novio.

Saco un conjunto de cuerdas del mueble de la televisión y las cuelgo del gancho pegado del techo que había puesto unos días antes. Vuelvo a escuchar los pasos y me giro rápidamente hacia el armario para buscar la última parte del conjunto, pero al abrir ambas puertas, una sábana blanca se me avienta encima y me tira en el piso riendo a carcajadas. Escucharlo me hace olvidar todo, solo quiero quitarle la absurda prenda para ver ese sonrojado rostro mientras se queda sin aliento por la risa.

Al descubrir esa carita angelical, Hilal hace un ruido que pretendía asustarme y yo lo beso sintiéndome borracho de amor por ese chico tan tierno.

— ¿Te asusté? —Pregunta mi novio con una sonrisa traviesa.

—Sí, bastante —respondo solo por complacerlo.

— ¡Lo sabía! —Exclama triunfante deshaciéndose de la sábana para ponerse de pie.

Mientras habla acerca de lo mucho que le costó elaborar la broma yo aprovecho para sacar una caja del armario, la coloco sobre la cama y comienzo a quitarle la ropa mientras finjo escucharlo. Al parecer esto es tan normal entre nosotros que Hilal no se da cuenta de lo que sucede hasta quedar completamente desnudo frente a mí.

¿Trato o susto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora