La Tormenta

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14 de julio de 1942                 

El día empezó como cualquier otro. Por la mañana, nos quedamos en los barracones, disfrutando del tiempo libre que el coronel nos había concedido. Por la tarde, sin embargo, se complicó la cosa. Joe, Ethan y yo teníamos reservado el turno de tarde para realizar las prácticas de vuelo rutinarias. Ni que decir tiene que a los tres nos encantaba volar juntos. En el cielo, nos movíamos como uno solo. Hay que admitir que formábamos un gran equipo. Pero no me voy a desviar del tema. Las costas de Florida suelen ser tranquilas, y el océano un lugar perfecto para probar maniobras nuevas con los cazas. Lo que ni mis colegas ni yo sabíamos era que nos aguardaba una gran tormenta.                                               

En cuestión de minutos, el mar se llenó de trombas de agua y los rayos empezaron a caer uno tras otro, sin descanso. Intenté controlar la situación, comunicarme con mis compañeros, girar el avión. Todo fue en vano. Solo recuerdo movimiento, luz, oscuridad y ruido, mucho ruido. De repente, silencio.

El Diario de William WilsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora