Un Conocido Desconocido

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16 de julio del 2089

Cómo se agradece despertarse en una cama. Está claro que dormir bien es uno de los mayores placeres de la vida. Sí, fue una sorpresa, pero una grata sorpresa al fin y al cabo. Todavía tenía los ojos borrosos, pero pude ver como una silueta entraba en la habitación. Un señor mayor, con el pelo canoso y una cachava en la mano. Era el quiosquero. ¿Quién lo diría, verdad?

Me incorporé y como si nos conociéramos de toda la vida, nos pusimos a hablar. Sin duda alguna, fue una de esas conversaciones que nunca se olvidan. Yo le conté todo sobre mí: mi vida, mis sentimientos, y mi pequeño problema de "viaje en el tiempo". No sé si él me creyó o no, pero al menos escuchó todo lo que le dije, sin interrupciones. Después, me habló él. Lo primero de todo se presentó: Mi nombre es Edward Murphy, me dijo. Luego, me explicó una y mil cosas, entre ellas, que me encontraba en su casa. Esto se debía a que me desmallé en su local el día anterior. Parece ser, que la sanidad es uno de los privilegios más caros de esta sociedad y al señor Murphy no le pareció que tuviese mucho dinero encima, así que me hizo el favor de acogerme bajo su techo.

Después de mucho, mucho hablar, Edward tuvo que irse a trabajar. Yo me quedé en su hogar, durante horas, intentando entender el mundo que me rodeaba. Y sobre todo leyendo todo aquello donde hubiese letras: periódicos de los días anteriores, revistas, libros de historia. ¡Lo contentos que estarían Joe e Ethan si supieran que al final ganamos la Segunda Guerra Mundial! También aproveché el tiempo para ponerme al día con mi diario, y escribir las entradas de los días anteriores además de esta (ya que no había podido hacerlo antes por razones más que obvias).

El Diario de William WilsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora