Una luz en la noche

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Un proceso da lugar a un resultado. Un resultado da lugar a una respuesta. Y una respuesta puede traer sentido a una vida. Pero tenemos que reconocer que un proceso no es algo que nos guste mucho. Sobre todo, cuando necesitamos resultados urgentes. Los procesos suelen tardarse, y si colocamos de ejemplo uno como el de la curación de alguna enfermedad, esos procesos son muy dolorosos. El punto es que los procesos siempre nos preparan para algo. Los atletas tienen un proceso de entrenamiento intensivo antes de salir como ganadores en alguna competencia. Las orugas tienen un proceso antes de ser mariposas, al igual que los sapos cuando son renacuajos. Pero todos estos procesos se dan por una razón, algunas veces esa razón esta por encima de nuestro intelecto, aveces parece absurdo lo que tenemos que vivir, pero siempre traerá como resultado sentido y propósito. Aún en medio del dolor nuestro ser se forja como metal en el fuego para ser soldados que no pierden la esperanza, que saben que están aquí para algo mucho mayor y no se ocultan ante el peligro, mas bien se anteponen con resilencia.

Para el siglo XXI, ocho millones de personas morían cada año como consecuencia del aire contaminado. Desde entonces, las máscaras con filtros se empezaron a utilizar más y más seguido. La tecnología se expandió a niveles inimaginables, pero la salud de nuestro planeta empeoró. Con el paso de los años los comienzos de la contaminación de la tierra no fueron nada comparados al deterioro tan detestable que surgió en la tierra.

A medida que los descubrimientos y los avances aumentaban, los problemas también lo hacían. Y así como vaciamos una cubeta llena de agua a la mitad de una calle, así agotamos todos los recursos y nos convertimos en la peor escoria.

Siempre he creído que los momentos más críticos en la vida, donde parece que ya nada tiene sentido y hasta nos duele respirar, esos momentos cuando te desesperas por ver salir el sol con el paso de una tormenta, pero no resulta porque todo sigue oscuro y nublado, o tempestuoso y agitado, son cuando la salvación o la luz está pronta a llegar. Son esos momentos en los que parece que retrocedimos, pero como a una flecha le ocurre, que sale disparada, nosotros comenzamos nuevas etapas y nuevos proyectos. En vez de quejarnos, debemos aguardar y recobrar fuerzas, recobrar vida, recobrar esperanza, recobrar valor.

En el año 2040, el mundo se vio envuelto en una Crisis Biológica por la falta de recursos naturales. El agua disminuyó potencialmente a tan solo una cuarta parte de todo el planeta. Como resultado, hubo una gran mortandad de vegetación acompañada de la desaparición de casi todas las especies animales de todo el mundo, nuestra especie también se consumió casi por completo. Los poderosos se refugiaron en lo que quedó de naturaleza, siendo protegidos por una Megaconstrucción realizada en secreto, y los pobres y débiles quedaron como siempre -desde que la maldad entró a los corazones y nos volvió egoístas-, olvidados.

Sin embargo, tuvo lugar una unión, una pequeña fuerza, como una chispa, que comenzó débil, pero se convirtió en una llama, un fuego que consumiría todo lo malo y daría una salida.

Una niña de nueve años, llamada Rose, vivía con su padre en una pequeña casa al norte de Manhattan -o lo que quedaba de ella-. Se dedicaba a reciclar y reunir de los abundantes desperdicios de materia inorgánica y Basura Electrónica (Programadoras de Luz, Generadores de agua, Pulverizadores, que servían para extraer nutrientes del suelo y hacerlos comestibles, etc.) que traían las grandes máquinas y robots de "El país de las maravillas", como era llamada la población asentada del otro lado de un muro que estaba hecho por miles de residuos fundidos de metal y cubierto por una capa de generadores fotovoltaicos, el cual subía en su tamaño hasta la Termosfera y rodeaba lo que quedaba de naturaleza en el mundo.

Este muro era aproximadamente de medio kilómetro de ancho y que la gente adinerada había podido darse el lujo de mantener un lugar dentro de él, protegidos de la contaminación. Cómo si se tratara de un oasis en el desierto. Pero los pobres y la gente del común llevaron la peor parte. Por fuera de él, espesas nubes de smog redoblado y de oxígeno tóxico, se adueñaban cada día más del espacio en que vivían. El padre de Rose era inválido y no podía ver muy bien, por lo que la niña hacía el intento de mantenerse viva junto a su padre. No se supone que un hijo cumpla ese papel, pero las tormentas ocasionan que todo quede patas arriba.

Un día, mientras la niña se encontraba paseando en busca algunas partes de aquella basura que se pudieran reutilizar, una ráfaga de luz encandiló sus ojos por un momento. Aquella luz provenía de una linterna refulgente en la azotea de un edificio. En un segundo, y con mucha agilidad, escondió como pudo su mochila bajo algunos pedazos de metal y empezó a correr. Bajaba a toda prisa haciendo sonar todo tipo cachivaches que formaban montañas de basura, pero la luz la seguía por detrás de ella.

Se preguntaba qué podría ser aquella luz mientras corría a toda velocidad, pues nunca había visto una igual. Al porcentaje al cual había sido reducida la población, las pocas personas que sobrevivían por fuera del País de las maravillas se habían mantenido distantes y sin tener contacto alguno, el padre de Rose se había establecido en aquella ciudad justamente porque no encontró a ninguna persona cuando llegó desde muy lejos. Como el oxígeno era escaso, las posibilidades de sobrevivir se reducían al número de personas que se conectaban a las Máquinas generadoras de oxigeno que quedaban.

La luz la siguió, ella se mantenía a paso firme corriendo con todas sus fuerzas, subió por un edificio abandonado y se escondió bajo la cama de un cuarto que estaba abierto, pero la luz la seguía y pronto varios rayos de ella llegaron a la habitación por lo que se las arreglo para salir por una ventana que llevaba hacía otra azotea, saltó sin pensarlo, (algunos piratas se dedicaban a tomar órganos de las otras personas para así sobrevivir, por lo que ella luchaba para que no la atraparan, porque existía esa posibilidad) Saltó has 4 azoteas de forma muy arriesgada y cuando iba a saltar hacía la quinta, no lo consiguió y quedó colgando de sus manos, entonces bajo por un tubo de ventilación que había allí y saltó desde muy alto a un montón de desechos. La luz no se detenía y sus fuerzas ya se habían agotado, hasta que no pudo más y entro a un callejón de esos que no tienen salida, se escondió tras un contenedor, pero la luz la encontró y allí se detuvo. Al verse sin salida, la única manera en la que supo responder fue metiendo su cabeza entre las piernas y abrazándose con fuerza. De repente, escuchó un sonido, el cual la dejo paralizada y al instante quedó inconsciente.

No todas las veces que somos sometidos a problemas tenemos consecuencias malas. Algunas de ellas, como sucedería en esta ocasión, son para algo mucho más grande, algo que tendría lugar en unas pocas horas. En unos minutos ella se estaría convirtiendo en parte de un plan.

Una flor en el desastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora