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El día había llegado, tan rápido como el momento en que me enteré que sería padre, hasta el día de todo el hermoso proceso, 8 meses y una semana antes del noveno mes el primogénito Akashi se había adelantado.
Aún recuerdo la rapidez del momento, daba gracias al cielo y a mi madre que nos miraba desde allá, el no haberme encontrado sólo, mis amigos y mi padre estaban ahí y cuando escuche que Kouki me llamaba adolorido no hice más que ir con él, todos me esperaban apresurados con lo debido dentro del carro para correr al hospital.
Aún veo los ojos llorosos de Kouki, entrando al hospital, el camino, la cesárea, mis palabras de aliento, los rostros preocupados de todos en la sala de espera.
Y todos los nervios, los esfuerzos, todo vale la pena cuando escuche un sollozo.
Mi bebé.
Kouki me mira cansado y yo lo miro de vuelta, no puedo ver a mi hijo, pues es un bultito pequeño.
La enfermera se lo lleva al instante y yo estoy a punto de perder mi control absoluto y preguntar porque de esto, todo acaba cuando escucho a Kouki gritar de nuevo y el doctor seguir en el proceso.
—¿Qué pasa?
Preguntó y cuando nos responden me encuentro sorprendido, de alguna forma Kouki alcanza de nuevo mi mano y me susurra.
—Creo que lo suponía.
Me dice antes de escuchar un segundo sollozo.
—Felicidades, ambos bebés están completamente saludables.
Kouki cansado pero despierto le sonríe y pide rápidamente ver a sus hijos, yo estoy en shock y el castaño llamando mi atención habla.
En sus brazos hay dos bultitos.
—Tus palabras son absolutas Akashi-kun uno es castaño pero no por nada soy tu esposo, tengo a mi pelirroja.
Dice y me manda un beso volador.
Yo no hago más que mirar la escena, hay un niño y una niña, y como él, los tres son absurdamente hermosos.
—Soy padre de mellizos.
Comentó y al segundo me acerco abrazando a mi familia.
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B e b é 's • Akafuri •
ContoLa vida de Akashi se agita sólo de escuchar esas palabras. Tan únicas, tan importantes y radicalmente maravillosas.