Capítulo 3

12K 1K 382
                                    

Me masajeo las sienes una vez estoy en el autobús. La pastilla que me he tomado esta mañana para combatir la resaca no ha hecho mucho efecto.

No me pasé bebiendo porque no soy muy aficionada al alcohol, pero precisamente por eso me afecta más que a los demás. Y cuando Lisa me llevó a uno de sus locales fetiche, una discoteca con mucha música y luces estroboscópicas, yo sólo pude pedir una copa e intentar que la noche pasase rápido. Aunque me lo pasé bien, es algo que no voy a reconocer ante Lisa. Menos cuando es la culpable de mi dolor de cabeza el primer día de trabajo.

Después del tortuoso camino hasta las oficinas de Big Hit, cruzo las puertas automáticas intentando parecer mucho más despierta y menos resacosa de lo que me siento. Le comento a la recepcionista que soy la nueva cámara y me indica dónde debo dirigirme.

Hoy, ya que comienza mi primer día de empleo, he decidido dejar los tacones en casa y ponerme mis converse blancas. Al fin y al cabo, soy alta, no me hace falta añadirme centímetros.

Puede que no genere la impresión adecuada con mis vaqueros negros y mi sudadera gris, pero ya estoy contratada, y por experiencia sé que el bolsillo de mi sudadera extragrande siempre me ayuda a la hora de guardar baterías y demás cachivaches de la cámara.

En la sala ya se encuentra Kim Kyung y uno de los chicos jóvenes que estaba postulando para el puesto.

—Bienvenida de nuevo, señorita Vela —me dice Kim, haciendo una reverencia que no tardo en imitar —. Este es su compañero, Song Hwan. Ambos serán las nuevas incorporaciones al puesto de cámaras. Tome asiento para que pueda ver el contrato con tranquilidad.

Yo le hago caso y me siento en la silla que queda libre frente a su escritorio. Kim nos tiende a ambos dos contratos que, aunque sé que no debería, miro muy por encima. La mirada me da de sobra para ver que los cuatro millones de wons del salario son mucho más de lo que esperaba pero que, a cambio, voy a tener que estar esclavizada sin horario fijo, atenta a las órdenes de mi superior. La vida en Corea del Sur es cara, así que no puedo quejarme, por eso firmo sin mirar nada más. Y mi compañero hace lo mismo, supongo que por la misma razón que yo: desesperación.

—Estupendo, les enviaré una copia escaneada durante el día —dice Kim mientras recoge los contratos y se levanta de la mesa—. Mi labor con ustedes ha terminado, así que entren a la sala de ensayos y hablen con Kang Jiyoung, tendrán que seguir sus órdenes a partir de ahora.

Song Hwan y yo asentimos antes de levantarnos y marcharnos del despacho de Kim.

—¿Tienes alguna idea de dónde está la sala de ensayos? —le pregunto a mi compañero —. Por cierto, soy Rebeca Vera, encantada —le digo, tendiéndole la mano, pero él en su lugar me hace una reverencia, por lo que acabo pasándome la mano por el pelo. Sigo sin acostumbrarme a la cultura coreana.

—Song Hwan, aunque bueno, eso ya lo sabes. Creo que puedo ir a la sala de ensayos, por cierto.

—Estupendo —digo, incorporándome después de la reverencia que acabo de hacer y le sigo por los pasillos, intentando quedarme con el camino.

Así de primeras mi compañero Hwan (o Juan, la verdad es que no veo la diferencia) no parece muy amable, pero bueno, es la primera persona que conozco en mi trabajo. Sin contar al causante de que hoy esté aquí. Quien, por cierto, ya está en la sala de ensayos junto al resto de chicos y más gente del staff. Hago una reverencia en cuanto entro, imitando a mi compañero Juan.

—¿Lebeca? ¿Song? Os estábamos esperando —nos dice un hombre de mediana edad.

—En realidad mi apellido es Vera, ¿señor Kang? —pregunto, confirmando que es el mismo hombre que nos dijo Kim antes.

Focus - jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora