Capítulo 30

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Frío y vacío. Eso es lo que noto cuando me voy despertando y giro en la cama. No me choco con su cuerpo, y eso me pone más triste de lo que me gustaría admitir. Seguro que se ha ido antes para no levantar sospechas y, aunque es lo correcto, me duele porque me he acostumbrado a despertarme con su calor.

Medio zombi, me incorporo en la cama y busco por el suelo, a tientas, mi camiseta. No veo nada porque mis ojos simplemente no quieren despegarse del todo. Creo que la encuentro y me la pongo de cualquier modo. Intento ir al baño, pero me doy un golpe con algo por el camino.

—¿Lebeca?

Los ojos se me abren de golpe y giro para encontrarme a Jungkook, completamente vestido, sentado en el escritorio delante de mi ordenador. Ya se me olvida qué iba a hacer en el baño, porque voy hasta él.

—Pensaba que te habías ido —le digo, sentándome en su regazo—. ¿Qué haces?

Aunque en cuanto hago la pregunta miro a la pantalla y me doy cuenta.

—Nada, ya he terminado —dice, e intenta darme un beso para distraerme, porque sabe que lo he visto.

—¿Qué haces haciendo mi trabajo, Jeon Jungkook? —pregunto, seria. Y, como siempre, se pone rojo.

—Quería dejarte dormir un poco más y el otro día te vi hacerlo. No es muy complicado así que...

Le interrumpo porque le beso. Me encanta interrumpirle abordando su boca con la mía, porque al principio siempre parece confuso, pero tarda segundos en seguirme, como si se le olvidase de repente de lo que quería decir.

—No vuelvas a hacerlo —le pido, entre beso y beso. Porque él no me deja separarme mucho tiempo—. Tú tienes trabajo y yo no puedo quitarte ni un poco.

—Quería —dice, y sus labios se unen a los míos—. Además, es culpa mía que ayer no lo terminases y no descansases.

—Mira, vamos a hacer una cosa —le digo, separándome un poco más, porque no quiero que me distraiga—. Vas a dejar de ser un pesado con el tema de mi desmayo y yo lo seré con el tema de tu casi muerte, ¿vale?

—¿Casi muerte? —pregunta, alzando una ceja.

—¿Trato o no? —Jungkook me besa como respuesta, pero me separo porque no pienso con claridad—. No juegues conmigo.

—Significa que vale. Trato —dice, y vuelve a mis labios.

Yo me engancho a su cuello y muevo mi boca a su ritmo, despacio. A menos al principio, porque sus manos en mis caderas, ansiosas, nos hacen acelerar el ritmo.

Una de sus manos deja de tocarme para bajar la pantalla del ordenador, que deja a un lado. Al instante la vuelve a llevar a su sitio original y me levanta, sentándome en el escritorio. Mis piernas se abren casi automáticamente para dejarle hueco y, como no llevo bragas, eso le hace a Jungkook las cosas más fáciles para llevar sus dedos a mi intimidad y empezar a masajear.

Abro la boca, jadeando, cuando mete dos de sus dedos en mi interior. Jungkook aprovecha para meter la lengua en mi boca y tiemblo de gusto.

—¡Ah, ah! —gimo, cuando arquea sus dedos.

—¿En el escritorio? —pregunta, sin aliento.

—En el escritorio —respondo, llevando mi mano a su pene, masturbándole.

La verdad es que no le hace falta mucha preparación, porque en cuestión de segundos me está penetrando, con las manos sujetando mis caderas, atrayéndome a él a la vez que se hunde en mí. La mesa se mueve con nuestro vaivén y solo sentirla moverse debajo de mí lo hace todo más excitante. Jadeo descontrolada, intentando besar sus labios sin mucho éxito.

Focus - jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora