OCHO.

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Jin miraba de reojo a Namjoon que conducía, este se veía concentrado en el camino mientras una suave melodía llenaba sus oídos llegando hasta su corazón, la canción hacía perfecta la situación, Jin estaba perfectamente seguro de que sus mejillas no habían dejado de estar rojas todo el tiempo y tenía miedo de parecer un tonto ante Namjoon.

Después de unos veinte minutos más de camino, Namjoon aparcó afuera de un restaurante a las afueras de la ciudad, bajó de su auto y lo rodeó para abrirle la puerta a su acompañante, Jin bajo nervioso y lo miró.

—Espero que te guste el lugar —sonrió amablemente— Es de mis restaurantes favoritos.

—Luce bonito —dijo Jin mientras recorría con la mirada el bonito lugar parecido a una gran cabaña con algunas mesas afuera con manteles de cuadros.

El viento del lugar hacía parecer todo más fresco, cuando Jin se dio cuenta el aroma de Namjoon lleno sus fosas nasales y se percató de que el suéter del chico estaba sobre sus hombros.

—Namjoon, no es necesario —murmuró avergonzado.

—Vi como te estremeciste por el viento —respondió mientras frotaba el brazo de Jin.

—Pero seguramente tú tendrás frío —sus miradas se encontraron y Jin volvió a estremecerse sólo que esta vez no fue por el frío.

—Yo estoy bien, aparte el lugar es cálido, vamos ya.

Jin se dejó guiar, se sintió aún más avergonzado cuando Namjoon tomó su mano y en ese momento agradeció que él estuviera a sus espaldas para que no viera su rostro que parecía un completo tomate.

Al entrar al lugar el olor a chocolate se filtró por la nariz del castaño, sonrió y recordó a sus dos pequeños, ellos amaban beber chocolate caliente.

Namjoon lo llevó hasta una mesa y miró a todos lados, Jin imitó su gesto y observó a los demás comensales, todos parecían estar disfrutando la tarde en aquel lugar.

—Mi mamá me traía mucho aquí cuando era niño —mencionó Namjoon— A veces sólo veníamos ella y yo, otras veces veníamos con mi padre, pero me gustaba que viniera él porque no lo veía tan seguido por su trabajo.

—Es muy lindo todo, me gusta el toque rústico del lugar —sonrió.

—Me alegra que te guste, es de mis lugares favoritos.

—Es bonito y me gusta el olor al chocolate —rió bajo.

—Es la especialidad del lugar, hacen el mejor chocolate.

—Es porque no has probado el mío —respondió con orgullo— Según mis hijos es el mejor.

—Espero probarlo algún día —sonrió.

Jin sintió sus mejillas arder cuando Namjoon tomó su mano sobre la mesa.

—No quiero incomodarte —Namjoon iba a apartar su mano pero Jin lo detuvo.

—Está bien, sólo que me siento como un adolescente tonto —dijo con vergüenza.

—Entiendo el sentimiento, también me siento así —admitió.

Ambos estaban riendo cuando la mesera llego para darles el menú y tomar sus órdenes, Jin dejó que Namjoon pidiera por los dos, así que el moreno pidió una orden de waffles para ambos y obviamente una taza de chocolate caliente. La mesera se alejó y Namjoon le dio una mirada llena de brillo a Jin.

—Ya verás que te encantará —sonrió— Me siento muy emocionado por compartir un lugar tan especial contigo.

—Me siento feliz de que lo hagas, en verdad gracias por esto, Namjoon —dio un leve apretón a su mano y sonrió.

¡Papi, sonríe! |NamJin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora