Tal vez el problema fue llorarte un océano sin que me lo hubieras pedido. Y que tú te lo bebieras como una copa de vino. No sé cómo he hecho para lograr bañarme en medio de un desierto, pero te prometo que hasta la última lágrima he exprimido con tal de hacer más salobre tu paladar. Y te juro que he intentado gritarte para tan estúpidamente terminar rugiendo en silencio. Como los fuertes y más cobardes. En vano.
Debiste de estar a punto de ser descatalogado para que yo pagara por ti. Y ahora mi condena es llevarte puesto en mi sensibilidad. En verano eres asfixia; en invierno hipotermia. Solo pido: no crezcas en mi interior si no te he creado.
He fallecido con fuego en mis pupilas de la mano del frío siberiano, en un intento por rescatar mi honra: aquel escurridizo crío cada vez más difícil de proteger. Y fue tu libertad mi esclavitud, y fueron los copos de nieve en tus orbes los culpables. Yo era verano del 2019 y tú quedaste estancado en el del 2018. Para mí.
Te marchaste sin haber apagado la luz. En silencio, cuando tu aparición fue radiante. Eras imparcial, pero sabías cómo unirte al enemigo.No deberías haber huido sin habernos contado a ti y a mí en voz alta los mil motivos por los que lo hiciste aún cuando la única razón por la que deberías haberte quedado fue insuficiente. Siempre supiste cómo hacer de mi corazón una roca; solo tenías que sostenerlo entre tus manos. Pero debajo hubo diamante. ¿Lo sabías?
Fuiste la música que acompaña las danzas y yo abrí mis labios para cantarte ni que fueran las puertas de una Iglesia. Aquella a la que nunca fui, en la que nunca recé y por la que nunca me entregué.Pero entonces miré al cielo suplicando por un poco de piedad. Quién iba a decir que aquella fue la última vez que me sentiría satisfecha con otros. Conmigo misma.
Ocurrió en sequía cuando he pasado hambre con el estómago lleno. Ahí empezó la guerra. En mí. Para luchar contra mi persona, aquel lado más ingenuo que siguió pensando que ambos estábamos a la deriva.En el mar. Y no fue verdad: tú eras el anzuelo y yo el pez. Mentiste sobre todo.
He pasado hambre con tal de no devorar mi corazón. Porque aunque él por ti no late, tatuado en él tu nombre está.

YOU ARE READING
delicate.
PoetrySomos la delicadeza de lo bello. Somos bellos. Y esquilamos lo delicado para llegar a la fuerza cuando es la sensibilidad la que nos hace humanos. ¿No lo somos acaso?