La Dama del Castillo (Rivamika)

Capítulo III: Conociendo al enemigo

*la imagen no me pertenece, ni los
personajes

Valle de Trost

La sangre, el barro y la suciedad abundaban por doquier, los últimos combatientes caían sobre los restos de los soldados que yacían muertos en aquel lugar. La batalla había comenzado hace más de cinco horas, ambos bandos habían llegado bien preparados para la batalla. Caballos, lanzas, espadas y ballestas habían utilizado para herir a su adversario. En medio de este escenario, varias figuras aparecieron vencedoras, pero con bastantes heridas, que se podían observar de la sangre con la que sus armaduras estaban manchadas.

El bando ganador, viéndose victorioso, ya que contaba con mas hombres en el campo de batalla, decidió dar caza a los perdedores y tomar como prisioneros a los que se habían rendido y a los que habían capturado. Uno de los capitanes de la casa de los Ackerman, se batía en duelo contra un hombre de mediana edad y con el cabello castaño que no se rendía aún aunque estaba herido gravemente. El castaño era menos hábil en la lucha y producto de esta inexperiencia fue derrotado fácilmente de una estocada que le propició el capitán del bando contrario. De la herida mortal fue emanando abundante sangre, los ojos del soldado se fueron cerrando poco a poco, mientras repetía entre susurros que pronto se reuniría con su padre.

—Por fin murió el último de los Jaeger—dijo victorioso uno de los soldados.

Levi que no había entendido muy bien de lo que hablaban, levantó al pobre diablo del cuello y le obligó a repetir lo que había dicho.

—Mi señor, he dicho que al que acaban de matar era Eren Jaeger, el último miembro de la familia de los Jaeger—respondió con el poco aire que salía de sus pulmones. Levi incrédulo con las palabras de sus soldados, se quedó perplejo ante tal contestación, ya que sus ordenes habían sido claras: derrotar a todos los enemigos, salvo a los Jaeger.

—Es decir que...¡hemos matado a la última persona con la que podíamos negociar para que nos diera el acceso al Paso de Rose y a toda su fortaleza!—gritó Levi enfurecido.

Los demás soldados aunque conmocionados por la batalla, se asustaron por las palabras de Levi y fueron retrocediendo. El azabache se aproximó hasta donde se encontraba el soldado que había desobedecido sus órdenes y de un golpe en la parte baja del abdomen lo dejó sin aire. Este cayó de inmediato de rodillas y con la ayuda de otros soldados se fue del lugar por miedo a su "capitán".

Levi estaba tan furioso que solo atinaba maldecir a los cuatro vientos. Después de unos segundos que se hicieron eternos, pasó su mano por su cara e intentó pensar con claridad; el plan había sido capturar con vida a los miembros de esa familia y obligarles a "cederle" la preciada fortaleza.

Pero todo se debía de hacer según su plan y según la ley, aunque está fuera injusta. Tenía que hacer ver a las demás casas nobles que él no era un salvaje, si no que se convertiría en el señor del Gran Paso tal y cómo mandaban las tradiciones. Y eso solo se podía hacer si el señor del castillo le cedía oficialmente la fortaleza a otro. Además sin ningún tipo de acuerdo, como iba él a atravesar el puente. Su plan había sido capturar a alguno de los Jaeger, obligarle a ceder a sus peticiones y quedarse con el castillo.

Además había otro inconveniente, si bien el puente que unía a los territorios siempre se mantenía abierto, ante la más mínima amenaza, el señor del paso obligaba a subir el gran puente, y según había sido informado el mecanismo para subir o bajar el enorme puente era algo exclusivo de la familia Jaeger, es decir, solo ellos sabían como manejar a ese gigante. Desesperado como estaba, llevó sus manos a la cabeza y levantó la mirada para ver el azul del cielo. Alguna solución tendría que haber, por lo que después de unos minutos meditando se le ocurrió una idea; ordenó que apilaran a los muertos y los quemaran, pero antes debían quitarles las capas y los estandartes de cada casa noble... después de varias horas, los vencedores marchaban rumbo al Paso de Rose.