Sirvió su segundo wisky en una noche, mientras sus manos temblaban sin poder evitarlo. Se encontraban los tres reunidos en medio del despacho de la casa; después de explicarle la situación a Clara, sin dejar espacio a muchos detalles, les había permitido reunirse allí, siempre y cuando ellos siguieran pagando la tarifa por hora al ocupar a una de sus chicas.
Pero Adela no podía hacer más que beber, tomar sus penas para tratar de ignorarlas. Sentía que sus piernas se derretían y su cabeza estaba en el rincón más alejado de todo el universo.
A penas y si había tenido tiempo de ponerse una bata encima y como sino hubiera tenido suficiente, un hombre la había tomado de la cintura justo en el momento en que los tres se dirigían a la oficina. Su hermano lo había apartado de ella con fuerza, pero lo incómodo ya había sucedido, nadie más dijo ni una palabra hasta que cerro lo puerta del despacho tras de sí.
- ¿Qué es lo que quieren?- Al fin reunió el valor para alzar la voz- No entiendo porque me estaban buscando ahora, han pasado diez años.
Los dos hombres estaban sentados en sillones diferentes de la pequeñas sala, le daba la sensación de que estaba siendo evaluada o incluso juzgada por su pasado. Siendo completamente sincera con ella misma, reconocía que si ella de hace once años la viera ahora, no podría ni mirarse a la cara. Quizá por eso mismo, es que no podía hacerlo con su hermano o con Andrés.
- Pensamos que sería algo obvio, Adela- la ironía de la voz de su hermano era más grande que su propia vergüenza- Nunca dejamos de buscarte, quizás nuestros padres sí, pero yo nunca me rendí y Andrés tampoco- el mencionado se quedo callado de nuevo- Vamos, huir así y sin decir nada, vaya no dudo que motivos no te faltaban...
- Me sobraban motivos, no podía seguir en esa casa de locos, después de que vi lo que te hizo. No podía ni imaginarme que le haría a Nicolás cuando supieran todo- Sentía que estaba confesando parte de un delito y por fin algo de todo ese peso se desvanecía- Luego no pensé en nada y cuando me di cuenta estaba en otra ciudad y más tarde otra. No debieron buscarme.
- ¿Y qué querías que hiciéramos? ¿Qué finjamos que tu habías sido la que había muerto? No seas tonta, Adela. Jamás pudimos hacer eso, más ahora que te necesitamos. - Dijo Andrés, su voz había cambiado y se había vuelto más gruesa y armoniosa.
Pensaba en todas las posibilidades, en qué hubiera pasado de haber ido con él a aclarar las cosas, tal vez ahora estaría felizmente casada o atrapada en un matrimonio infeliz, nunca lo sabría y de esa forma era mejor. Sin embargo, por más preguntas que se colocaran en su cabeza, el tiempo era invariable, ahora no podía borrar sus acción pasadas y debía de aprender a vivir con sus errores.
- Bueno ya me encontraron, ya vieron que sigo viva, pero para lo que sea que me necesiten no me interesa.
- ¿Por qué no solo te callas y escuchas por una vez, Adela?- Ese era el Andrés que ella recordaba, tan seco duro que era difícil de entender. Tan frustrante que podía llegar a ser su falta de expresión y sus tonos bordes.
- Bueno, ya esta bien- intervino su hermano, como en los viejos tiempos- Mira, te necesitamos y tu nos necesitas; no sé si te has dado cuenta hermana, pero vives en un prostíbulo y solo queremos ayudarte.
Entonces lo supo, debía salir de allí lo más rápido posible; huir de ellos, porque de otra forma ella volvería a donde todo comenzó, a aquella jaula de hora donde todos se alimentaban de mentiras. No podía, no quería volver a ser aquella pobre chica encerrada, condenada a no ser nada, a no hacer nada. Todo lo que estaba escrito para ella era aprender a ser una buena esposa, casarse, atender a su marido, tener hijos y luego atender a esos hijos.
- Basta- se rio tratando de disimular de que en el fondo todo lo que quería era llorar- Creen que estoy aquí por obligación; pero no, yo decidí ser lo que soy y esta bien para mí. Porque soy libre de ustedes, así que si me hacen el favor de irse por sus propios medios o voy a tener que llamar a seguridad.
La mirada de ambos era una mezcla de sorpresa y molestia, lo cual la enorgulleció, por lo menos les había logrado demostrar que ya no era la misma chica inocente y penosa de hace tantos años. Les había dejado en claro que no podían tratarla como se les diera la gana.
- Adela, no entiendes- habló su hermano, no parecía tener la más mínima intención de irse pronto- Si no quieres hacerlo por nosotros, al menos hazlo por Nicolás.
La sola mención de su nombre abrió una brecha gigante de recuerdo en su cabeza. Si de algo se arrepentía en la vida fue de dejar a su hermano sin darle motivos. Siempre quiso saber que le había pasado. Cuando se fue su vida parecía tomar un rumbo bastante incierto, su novia acababa de decirle que estaba embarazada de su hijo; estaba casi segura que sus padres iban a desheredarlo después de eso. A fin de cuentas la chica no era ni siquiera de una familia bien posicionada y su hermano a penas tenía diecinueve años y no habían acabado la escuela.
Hace tantos años que había escapado, que jamás supo que pasó con su hermano, su novia o su hija. De vez en cuando pensaba en ellos; sin embargo, era muy tarde para volver y tratar de reparar un lazo que ella misma se había esforzado en romper. Estaba segura que Nicolás la odiaba, por haberlo abandonado o haberse ido sin él.
- ¿Él está bien?
- No, ¿crees que estaríamos aquí de ser así?- Habló su ex novio.
- Yo sí, yo siempre te busque y cuando logré ubicarte hace como medio año, estuve insistiendo para venir a buscarte.- Dijo el moreno de ojos grises al tiempo que removía su trago distraídamente- Nico y Ana tuvieron a la bebé.
Por primera vez supo que su sobrino se trataba de una niña, casi saltaba de la felicidad y recordó como hubiera deseado que las cosas hubieran sido diferentes.
- Pero Ana murió- la noticia le cayó casi como un balde de agua fría sobre sus hombros- Y Nico no esta bien, nunca lo estuvo, sabes muy bien que era una persona muy inestable. Mamá y papá lo sacaron de la casa a penas supieron del embarazo y cuando Ana murió el no hizo mas que caer.
- ¿Por qué ahora? ¿Por qué, después de diez años, vienen a buscarme? ¿Qué puedo hacer yo?- preguntó, se sentía más confundida que en un principio.
- Tus padres le quitaron la custodia de Lili a tu hermano hace un año, tu padre lo hizo, tu madre murió hace unos cinco años- habló Andrés, tenía la mirada perdida mirado todas las estanterías, tratando de encontrar algo que relacionara el lugar con Adela, algo que le recordara a la chica que alguna vez había querido- Nico es alcohólico, esta en programas de recuperación desde hace mucho, pero dudo que salga de todo eso pronto.
Adela estaba estática, era demasiada información para procesar tan rápido. Siempre creyó que estarían mejor sin ella, pero ahora se preguntaba si había tomado la decisión correcta al escapar de casa. Se había perdido de miles de cosas y eso era lo que quería... ella había huido por eso, para escapar de la locura. Su madre estaba muerta, al igual que su cuñada y su sobrina había crecido quién sabe como, su hermano no estaba en todas sus capacidades.
- Tu padre está, estaba en el hospital hasta hace un mes y un poco más- Andrés trataba de captar su mirada, pero la castaña parecía perdida en medio de sus pensamientos, Adela jamás habría hecho eso. Fue suficiente para convencerlo de que su novia ya no estaba allí- Esta muerto, Adela. Lili está sola ahora, te necesita, eres lo más cercano que tiene a un familiar.
- No es cierto, ¿Qué hay de ti, Dani?- le preguntó a su hermano, este solo se rio entra labio.
- Yo ya no soy parte de esa familia, hermanita. Cuando que dije a papá que era gay, bueno... digamos que no lo tomó muy bien.
Los recuerdos volvieron acorrer, de aquella noche brutal, donde su padre había sacado a golpes de la casa a su hijo más querido, gritándole que no volviera a poner un pie en su propiedad.
- Mamá se encargó de cambiar todos mis papeles, en teoría no tenemos ni la más mínima conexión sanguínea, yo no soy nada de Lili. Ella esta sola ahora, por eso te necesitamos, ven con nosotros y ayuda a la niña.
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En la obscuridad
RomansaSe había esforzado demasiado. Demasiado para nada. Tantos años de escapar. Ahora el pasado la alcanzaba, pero ella ya no corría. Estaba cansada de huir, y su pasado de seguirla. Ahora estaba lista preparada para lo que venía. Iba a dejar de co...