Llegas al colegio, y encuentras a aquellos que tanto te importan y quieres, ellos son tus amigos, cada que tu mirada se conecta con cada uno, empiezas a recordar el cómo y el por qué llegaron a ser tan importantes en tu vida.
Piensas y recuerdas, con una de las sonrisas más grandes en tu rostro, ves a un chico de ojos negros, unos profundos ojos oscuros que te dedica una pequeña sonrisa, bajo un árbol con hojas del color de tus sonrojadas mejillas, llevadas por el viento. Tú en compañía de la soledad y voces diciéndote todas las cosas crueles y desagradables que piensas sobre ti misma, te ves interrumpida por esos profundos ojos oscuros y una voz en tono amable cuestionando el por qué de tu semblante y sentándose a tu lado.
Hablan por horas hasta que te quedas dormido con tu cabeza en su hombro, sientes su calidez, su compañía, y cariño, despiertas al caer el sol, derramando lágrimas que al fin no son de tristeza, sino de felicidad porque al fin encuentras un verdadero amigo.
Despiertas del viaje al que fuiste a través del tiempo, soñando despierta, tratas de atender a clase pero no te logras, aturdida por esos ojos.