El sol todavía no había salido por el horizonte cuando las pisadas de un ciudadano madrugador que había salido a correr me hicieron despertar de golpe. La mano que había metido en la mochila antes de dormirme, se aferró con fuerza a mi arma antes incluso de que mis ojos se abrieran. Una vez distinguí la procedencia de esos pasos y confirmé la ausencia de peligro, volví a recostarme contra el respaldo de mi asiento, sin embargo, no me molesté en volverme a dormir. En el interior del coche, velé por el sueño profundo bajo el que se habían sumido Cloe y Ámbar mientras observaba la salida del sol.
Ayer, una vez nos despedimos de Helen, continuamos nuestro trayecto hacia el norte en un silencio que se salía de lo normal. Cloe se quedó dormida al poco rato, pero Ámbar se mantuvo callada, con la mirada perdida y la mente ausente. No me atreví a decirle nada.
Finalmente, cuando el sueño comenzó a vencerme, escogí la ciudad más próxima como lugar de descanso. En el caso hipotético de que nos encontraran allí, nadie se atrevería a abrir fuego a la vista de civiles, era algo demasiado arriesgado. No obstante, ni siquiera la seguridad de las calles de aquella ciudad había logrado calmarme. La cantidad de escenarios catastróficos que era capaz de crear mi mente rozaba lo terrorífico, aunque claro, había visto suficientes cosas como para darle a mi mente material suficiente con el que experimentar.
La alteración de los latidos del corazón de Ámbar me hizo echarle un rápido vistazo.
—¿Deberíamos hablar?
Ámbar no se movió, tampoco abrió los ojos, pero sabía que estaba despierta.
—Cloe está durmiendo —murmuró en respuesta.
—Podría caer un meteorito a unos metros de distancia y Cloe no se daría ni cuenta. ¿Vas a explicarme lo que sucedió ayer o me vas a obligar a averiguarlo?
Ámbar por fin abrió los ojos, pero no para mirarme. En su lugar, se giró hacia su ventanilla y se distrajo mirando a las primeras personas que salían de sus casas listas para empezar la jornada laboral.
—No respondo ante ninguna Nora Willson.
—Genial, entonces nos decantamos por la segunda opción. A ver, ¿debería analizar en profundidad la situación o quedarme solo con los pequeños detalles? —Su silencio me animó a seguir hablando—. Teniendo en cuenta que ese cretino no dejaba de mirarte...
—James —me corrigió al instante y por fin me miró—. Se llama James.
—Está bien. Entonces, teniendo en cuenta que James parecía estar estudiándote...
—No me estudiaba.
—Claro que no, solo tenía un examen pendiente sobre ti que necesitaba aprobar con desespero. —Ámbar frunció el ceño, confundida—. Venga ya, Ámbar, estaba a punto de arrancarle los ojos.
Cloe se movió y eso captó la atención de Ámbar, que se giró rápidamente hacia los asientos traseros para asegurarse de que Cloe continuaba durmiendo. Reprimí una sonrisa al ver la nueva posición que había adoptado para dormir. Solo Cloe podía conciliar el sueño y enmarañarse con su propio cuerpo al mismo tiempo. Ámbar agarró el brazo derecho de la castaña, que había colocado en un ángulo que le produciría molestia al despertar, y se lo colocó mejor. Reconocí el curioso lunar en forma de corazón que tenía en la muñeca y del que tantas veces Cloe se había quejado. Verlo me hizo rememorar buenos recuerdos. También me hizo desear crear otros iguales de buenos. Otros en los que no hubiera celdas, ni castigos ni dolor. Pero si nos cazaban nada de lo que yo deseaba se haría realidad.
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EL LEGADO I: A oscuras (Nueva versión)
FantasyNatalie Johnson, una lycan obligada a convertirse en la mejor arma, lleva años afilándose a sí misma con tal de asegurar el bienestar de su única familia. Ha creado su reputación a base de violencia y sangre. Es lo suficientemente fuerte como para l...