Odiaba el silencio. Era algo que había descubierto tras permanecer dos meses y medio en aquella cabaña en mitad del bosque. Sin ruidos ni sonidos con los que entretenerme, mi mente navegaba por un océano lleno de monstruos acechantes. Y cuando me hundía, entonces volvía a revivirlo todo.
Por esa razón me sorprendió escuchar pisadas a la mañana siguiente. Frida nunca hacía ruido al caminar. No sabía si era un aspecto intrínseco en ella o algo que se había encargado de pulir con el tiempo. Me estaba irguiendo en la cama cuando escuché el sonido del timbre. Me levanté en cuanto recordé que no habíamos tenido visitas durante el tiempo que llevaba con ella.
Al abrir la puerta esperaba encontrarme con la penumbra del pasillo, pero la luz me dio directamente en los ojos. Me quedé inmóvil, con la mano todavía alrededor del pomo de la puerta, al darme cuenta de que no me encontraba en la cabaña de Frida. El pasillo de la casa era por lo menos dos veces más ancho que el de la vieja choza y la luz que salía de las diferentes habitaciones hacía del lugar un espacio claro y bien iluminado.
Una figura apareció en mi campo de visión, tapando los rayos del sol cuando asomó por una de las habitaciones. Pasó por mi lado sin percatarse en mi presencia, como si fuera un fantasma. Su brazo rozó el mío cuando se adentró en la... No. Al mirar sobre mi hombro no encontré mi habitación, sino un cuarto de baño. Estaba empezando a marearme.
Solté el pomo en cuanto los ojos inyectados en sangre del chico dieron conmigo. Por su cabello revuelto y por los calzoncillos que llevaba, tenía pinta de que acababa de despertarse. A juzgar por su expresión serena, parecía lo suficientemente somnoliento como para no alarmarse ante mi presencia. Se llevó una mano a la nariz, se tapó una de sus fosas nasales y aspiró con fuerza por la otra. Después echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada.
—Joder.
Percibí voces en la planta de abajo, una femenina y otra masculina.
—Buenos días, señora Waverly, soy el agente Pook. ¿Está aquí su marido?
—Todavía no ha vuelto de Columbia. ¿Por qué? ¿Ocurre algo?
Hubo un silencio vacilante.
—Es sobre su hijo Ryan.
Me había quedado inmóvil delante del baño, con aquel chico medio ido todavía mirándome, como si no atinara a saber si era real o era una ilusión suya cuando escuché la palabra «asesinato». El grito femenino que sonó desde la planta baja no afectó al chico, pero sí a mí. Había aparecido en el interior de una casa ajena, y si el chico no pareciera colocado, podría advertir de mi presencia al policía de la planta de abajo en cuestión de segundos.
Volvió a hacer ese ruido con la nariz, y solo cuando la curiosidad lo venció y se atrevió a dar un paso hacia mí, me puse en marcha. Entré en la habitación más cercana y cerré la puerta rápidamente. Puse el pestillo para ganar tiempo y atravesé el cuarto hasta llegar a la ventana. Al abrirla me asomé por ella para verificar la altura. Le eché una rápida ojeada a la solitaria calle. El sol apenas acababa de salir, no debían de ser más de las ocho y media de la mañana, y por el silencio y la tranquilidad de aquel vecindario, debía de ser festivo. Estaba a punto de saltar cuando un ruido captó mi atención. Parecía el maullido amenazante de un gato, y lo confirmé segundos más tarde cuando el animal corrió calle abajo con el pelaje del lomo en punta.
Una vez hube confirmado que no había ojos curiosos cerca, salté. Un dolor agudo me subió desde los tobillos hasta los gemelos, pero enseguida me puse en pie y me perdí calle abajo mientras las sirenas de la policía sonaban a lo lejos.
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EL LEGADO I: A oscuras (Nueva versión)
FantasyNatalie Johnson, una lycan obligada a convertirse en la mejor arma, lleva años afilándose a sí misma con tal de asegurar el bienestar de su única familia. Ha creado su reputación a base de violencia y sangre. Es lo suficientemente fuerte como para l...