𝒹 𝒾 ℯ 𝒸 𝒾 𝓈 𝒾 ℯ 𝓉 ℯ

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Se podría decir que al otro día no sucedió nada. Me pasé todo el día viendo películas con mi primo y mi mejor amigo.

Y ahora, seguimos viendo películas.

-Iré a hacer más palomitas-digo levantándome del sofá para ir a la cocina.

Saco la última bolsita para meterla en el microondas y esperar mientras veo mis redes sociales. Se preguntarán ¿y Joey? Se fue a la casa de su amigo Tayler, o de quien sea.

Luego de la declaración que le hice a Mark sobre... eso, no volvimos a hablarlo.

El pitido del microondas me hace salir de mis pensamientos. Pongo las palomitas en un recipiente y cuando pienso volver con los chicos. La puerta del patio se abre. Dejando ver a Joey.

-¿Existe la puerta principal, sabías?-digo metiendo una palomita a mi boca.

-Olvidé mis llaves-gruñe. Mostrando que estaba enfadado. Su cabeza está cubierta por la capucha de su buzo. Impidiendo mostrar su cara.

-¿Pasa algo?-pregunto. El niega rápidamente, a lo que da a entender que oculta algo. Quito su capucha, dejando ver su rostro que estaba lleno de golpes. Su ojo estaba morado, al igual que su pómulo. Y su labio inferior estaba partido.

-¿Qué te pasó en la cara Joseph?-pregunto mirando todo su rostro. Hasta con golpes se ve hermoso.

-Y-yo, fui hasta y..-dijo entre rodeos, lo miro para que diga lo que verdaderamente está sucediendo.-fui a unas carreras ilegales con Tayler y el le debía dinero a un hombre y terminó golpeándonos a ambos.

-Otra vez esas carreras-digo en un susurro, pero no demasiado bajo para que me oiga. Baja su cabeza, avergonzado.-Ve a tu habitación, yo iré en unos segundos.-Asintió e hizo lo que le acababa de decir. Como todo niño pequeño que acaba de ser regañado.

Dejé las palomitas en la mesita ratonera, que estaba frente al sofá. Donde estaban sentados Cameron y Mark. Me despedí con la excusa que tenía sueño y subí rápidamente las escaleras, fuí a la habitación de papá y tome el botiquín de primeros auxilios y lo lleve hasta la habitación de Joey, quien estaba cabizbajo. Mirando sus manos que reposaban sobre su regazo. Al entrar a su habitación levantó su mirada. Me senté en su cama a un lado de el dejando el botiquín a en su mesa de noche. Tome algodón y un poco de alcohol y lo pasé suavemente por su labio mientras recibía quejas por su parte.

-Deja de quejarte, los golpes deben haber dolido más.-digo, mientras el me mira fijamente. Logrando que me ponga nerviosa. Tomó mis mejillas entre sus manos haciendo que acerque mi cara hasta la suya y así  chocar nuestros labios en un tierno beso. Al separarnos, beso suavemente su herido labio inferior.

-Joey, me prometiste no volver a esas carreras y meterte en problemas de vuelta.

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Un amor ¿prohibido? | Joey BirlemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora