Raza

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Karla se burlaba de los mestizos constantemente. La verdad es que ninguno de los gatos era pura raza a excepción de los penúltimos.

Karla y Shin son 2 gatos Angora Turco. Fueron rescatados por Yui de su antiguo hogar por incapacidad de los dueños originales.

El problema eran los primeros diez gatos que ya vivían en la casa. Los recién llegados se comportaban como si fueran los amos y señores del lugar.

¿Es en serio?!- Ayato, quien se disponía a tomar su siesta de 5 horas en su lugar favorito de la casa se encontró con un sorpresa no muy grata- Ayer fue exactamente lo mismo maldición ¡Este es mi lugar!- Los gatos Turcos miraron perezosamente al pelirrojo sin tomarle mucha importancia.

-¡Usen su propio arenero malditos!- Kou veía con total desagrado como la caja de arena que compartía con sus hermanos ya estaba totalmente ocupado. Se supone que en total hay 6 areneros, de esa forma podían usar el baño entre 2 mininos.
Era más higiénico.
Pero los gatos nuevos no tenían consideración con sus acompañantes, usaban los otros areneros cuando les daba la regalada gana.
Su mierda no huele a flores!- en especial la de Karla, su dieta consistía en más comida casera que de bolsa.

Se adueñaban de los juguetes y marcaban su territorio en lugares que ya habían sido disputados por los primeros diez gatos.

-¿Por qué mi rascador está roto?- Shuu miraba con ojos dormilones su pobre juguete. Él no era de hacer ejercicio, el gato naranja siempre estaba tirado en lugares aleatorios de la casa tomando una siesta. Aún así, tenía su juguete favorito. Un palo cubierto por hilo de cáñamo. Se podía estirar todo lo que pudiera y rasgar al mismo tiempo.
Antes las piernas de la humana cumplían ese rol, por eso mismo le trajeron aquel juguete.
Pero ahora estaba en el suelo, partido en dos, con todo el áspero hilo despegado del tronco.

Shuu se quedó mirando su preciado palo para rascar con las orejas hacia atrás.

Intentaban tolerarlos más que nada por la humana, ella parecía muy a gusto con sus nuevas mascotas.
Demasiado dirían los gatos.

Ruki miraba con total disgusto al gato naranja con blanco que se paseaba por la pierna de Yui. La rubia estaba haciendo sus deberes en la sala de estar. Normalmente ningún gato la molestaba en esos momentos, ya que requerían mucha concentración. Pero Shin no estaba dispuesto a cumplir tal regla.
-Prrrr~- Enrrollaba su felpuda cola por la pierna desnuda de Yui, refregaba su cabeza y su lomo en un intento de marcarla con su olor.

-Shin, necesito estudiar- intentó alejar al gato con su mano. Recibió un mordisco en el costado de la extremidad.

-Da las gracias que pongo mi olor en ti- maulló el gato- Tsk, tienes un olor repugnante a tu alrededor.

Ruki miraba desde lejos como el gato de raza se volvía a pegar a la pierna de la humana y ella respondía pobremente en alejarlo.

La pelea se desató cuando Karla golpeó a uno de los gatos más débiles del clan, Azusa.
Todo fue a porque el gato verdoso accidentalmente manchó el pelaje del blanco.

Estaba cubierto por tierra y barro por jugar fuera bajo la lluvia.
Azusa era un gato un tanto especial, aunque no le gustara el agua, el gato era un completo masoquista y mojaba su pelaje para sentir aquella desagradable sensación.

Yui entró al gato para evitar futuros problemas.

-Joder Azusa- maldijo la humana mientras dejaba al gato en la sala, al lado de la estufa a leña- Quédate aquí, vuelvo enseguida con una toalla.

Cuando la humana se fue, el gato empapado no pudo luchar contra su instinto y se sacudió.
Muchas partículas de barro salieron disparadas por todo el cuarto, manchando paredes, muebles, alfombras, y a otro gato.

「La Vie en Gato」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora