Había comenzado hacía una semana. Tenía contados los días, incluso las horas para que el gran día ocurriera y no daría marcha atrás. Podía escuchar el sonido de su corazón golpeando con fuerza en su pecho, y sus manos sudaban con nervios, pero no se cuestionaba lo que haría. No había discurso moralista, ni un regaño, ni la amenaza constante, nada le detendría, además no lo consideraba demasiado malo comparado con lo que otras personas solían hacer. Bakugo siempre estaba insultando, humillando y golpeándolo; también estaba el otro chico, el rubio, Aoyama -había escuchado que se llamaba así-, él también parecía acosarlo y perseguirlo, incluso en las noches. Él no haría nada de eso, no lo lastimaría, ni lo insultaría. Lo que él quería era algo demasiado simple, satisfacer una pequeña curiosidad absurda que una vez realizada, no volvería a ocurrir.
«Sólo esta vez y ya, es una orden» se decía a sí mismo para consolar su conciencia que tanto le insistía en que parara.
Ni siquiera recordaba el momento en que había comenzado a sentirse atraído por un chico atolondrado y confianzudo como lo era él, Midoriya. En ocasiones, cuando lo veía andar entre los pasillos con su sonrisa despreocupada y su actitud risueña, se sentía contagiado de esa felicidad que él tanto admiraba. Al principio sólo era eso, una admiración secreta, tenía una habilidad espeluznante que lo hacía lastimarse fuertemente en sus enfrentamientos, y lo había visto crecer como héroe a un grado en que se había vuelto un ícono popular en la escuela. Había escuchado los rumores en las clases, las cosas grandiosas en las que había participado y cómo valientemente se había involucrado en situaciones de riesgo; acciones tan heroicas que él anhelaba hacer.
Por esto mismo se había esmerado todo este tiempo para ser parte de los héroes, lo había asegurado aquella ocasión que se había enfrentado a él: lograría su transferencia y les demostraría a todos lo que era ser un héroe.
En cuanto pasó la prueba, que le fue anunciada su transferencia, apenas pudo contener su felicidad. Era un pequeño paso para estar donde tanto había soñado, no podía ser más feliz y afortunado y eso pensaba mientras escuchaba a sus nuevos compañeros de clase felicitarle. Por supuesto, le había sido advertido que debía mantenerse constante en su entrenamiento y desarrollo porque su brecha con sus compañeros sería demasiado evidente en cuanto entrara en el mercado de los héroes, y esa sería una desventaja con la que tendría que lidiar hasta que los maestros pudieran confiar en él como un héroe independiente. No dejaría pasar esa oportunidad, era lo mejor que le había ocurrido en mucho tiempo.
Sabía que su plan conllevaba una infracción que podría considerarse severa, pero se arriesgaría. Ya había investigado más a fondo y había escuchado que otros más ya habían usado sus Quirk en otras ocasiones con el fin de pelear entre ellos, y no había pasado de una suspensión en sus clases. Así que suponía que en su caso no sería la excepción, eso si no era lo suficiente cuidadoso con lo que hacía.
Trató de guardar las apariencias. Se mantuvo distante de sus compañeros, puesto que sentía que todos serían capaces de leer su mente si tan sólo se atrevía a abrir la boca. Se escudaba detrás de gruesos libros que era incapaz de leer por sólo pensar en su fantasía. Ese plan que tanto llevaba construyendo y pensaba que no era mala idea. Quizá no lo sería, de no ser porque incluía una acción moralmente inaceptable, pero ya no podía más. Ya no soportaba continuar con esas ideas en la mente.
Sus manos transpiraban de nervios cada vez que veía como el tiempo transcurría, a veces rápido y a veces lento. Para el anochecer corrió sin mirar a nadie y se encerró en su cuarto. Todavía pensando en que tenía oportunidad para retractarse; detener todo y seguir de largo. Pero luego cerraba los ojos y pensaba en él, en su sonrisa y su felicidad, su pecho se calentaba de amor y se mordía los labios pensando en ese objetivo delicioso con el que se conformaba. Un beso. Sentir por un instante la calidez de sus labios, tocar su rostro y guardar su recuerdo por la eternidad. No le importaría que fuera lo único que obtuviera de él en toda su vida.
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El beso
Romance¿Cuál es el límite de tus valores?, ¿cómo sabes cuándo parar si no tienes la voluntad para hacerlo? Eso simplemente Shinsou estaba a punto de averiguarlo. Boku no hero. My hero academia Shinsou x Izuku /Shinsou x Deku