Llegué a mi casa con el corazón a cuestas, con miles de preguntas pero sin una respuesta.
Cerré la puerta mientras intentaba moderar mi respiración. Usualmente no corría pero debido a aquélla situación me vi obligado a hacerlo.
Imágenes de lo ocurrido rondaban mi mente provocando que lágrimas rodasen por mis mejillas, me dirigí a la cocina.
No había nadie, la casa parecía estar sola.
Observé una nota adherida al refrigerador:"Hijo hoy no vendremos a cenar. Una reunión de trabajo se presentó y era imposible posponerla. Te queremos.
mamá y papá."Genial, su hijo acababa de pasar por algo horrible y ellos no se encontraban allí, no recuerdo alguna sola vez que me hayan puesto por delante de su trabajo.
Subí corriendo las escaleras para luego encerrarme en mi cuarto y largarme a llorar.
"Soy un maldito maricon", me dije, soy demasiado débil, debí de haber nacido como mujer. Limpié mis lágrimas para luego gritar tan alto como mi garganta fue capaz, así descargué un poco del enojo e irá que sentía. El grito fue tan exigido que luego sentí mi garganta jodidamente rasposa.
Me senté en mi cama y miré los portaretratos con fotos de meses atrás, los tire contra la pared provocando que se rompieran, no quería volver a ver aquéllas fotografías.
Comencé a temblar mientras sentía como nuevamente mis ojos se llenaban de lagrimas. Odiaba ser tan débil, odiaba no poder evitar llorar.
Me acosté en mi cama con los ojos cerrados intentando calmarme. Después recordé que Naruto decía que no era bueno reprimirse.
Sollozos comenzaron a brotar de mi mientras daba puñetazos a la cama. Debía expulsar el dolor que sentía dentro, del enojo me encargaría luego.
Luego de media hora mis ojos comenzaron a doler, Me levanté y me dirigí a la ducha, abrí el grifo, agua fría cayó sobre mi, aquélla agua aliviaba un poco el dolor de estos.
Tomé una toalla, me envolví en ella, busqué ropa limpia y me cambié. Volví a recostarme en la cama pero ya sin ganas de llorar.
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| SasoDei |
AcakEsta noche apasionada que había tomado más de mil caminos para llegar a su verdadero destino, la inmensa felicidad que mi alma anhela que más allá de la pasión, más allá de la lujuria pero el verdadero amor siempre encontrará su lugar.