Día cinco: vouyerismo.

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Las cortinas blancas se recorrieron dejando ver aquella amplia cama de dos plazas, vestida con sábanas lila y llena de almohadones a juego.
La luz de la habitación era tenue, algunas velas rojas se acomodaban en la repisa de al lado.
Lo vio caminar hacia la cama, llevaba una linda bata gris cubriendo su cuerpo, dejó algunos objetos sobre esta y regresó.

—Oh, eso es nuevo ¿cierto?

Cuando apareció frente a la cama, arregló su cabello y soltó la cinta de la bata dejándola caer hasta el suelo.
Su figura resaltó entre todo, con la piel pálida y cada buen atributo que poseía, paseo sus manos por sus piernas, cubriéndolas con un aceite. Esparció este por cada rincón de su cuerpo y después se tumbó en el colchón.

—Oh bebé, luces tan bien como siempre. ¿Qué harás hoy, eh?

Acarició su cuerpo lenta y tortuosamente, cerró sus ojos gozando cada caricia. Deslizaba sus manos por sus piernas, su abdomen y su pecho, estiraba sus dedos y arqueaba la espalda.
Tomó el dildo rosado y lo llevo a su boca, lamiendolo de a poco como cubriendo cada parte de su saliva.

—Eso es...justo así.

Llevó su mano hasta su entrada y coló sus dedos en ella, masajeando con cautela y expandiendo su interior.
Cuando tuvo suficiente llevó el objeto hasta su dilatado agujero, colocó la punta y lo deslizó con rapidez.
Su garganta dejó ir un grito lleno de placer, ansiando el siguiente movimiento el cual consto de entradas y salidas rápidas y agitadas.

Su mano se detuvo tras un rato, giró su cuerpo y se sostuvo con las rodillas, inhaló fuertemente y después acomodó el objeto clavándose en él.

Se mecía lentamente de arriba a abajo, estaba tan húmedo.
El falo entraba sin ningún problema, amoldándose tan bien como si fuera hecho especialmente para ese pasadizo.

El cuerpo pálido exhudaba sensualidad con esas piernas gruesas, la estrecha cintura y ese bien formado culo.
El cabello oscuro contrastaba tanto con su nivea piel, era tan perfecto.

Su boca se encontraba entreabierta, los regordetes y rosados labios se notaban lastimados por las distintas mordidas que habían tenido.
Su ceño fruncido y sus ojos cerrados, dejaba ir suaves suspiros y exquisitos gemidos.

—Te mueves tan bien bebé...

Seguía sobre sus rodillas, sus manos se paseaban por su cuerpo hasta llegar a sus rosados pezones, los tocaba con agilidad, deleitándose con las distintas sensaciones que le generaba. Ya se podía apreciar la delgada capa de sudor que emanaba, esa que hacía lucir un brillo inigualable en cada músculo.

—Oh, ¿ya te quieres poner salvaje? Tan pronto, ¿es que acaso estás tan necesitado?

Sus piernas fueron el soporte necesario para impulsar sus caderas y dejarse caer con fuerza, sus glúteos rebotaron ante el golpe y toda la extensión se perdió dentro de sí.
Comenzó a saltar, tan rápido como su cuerpo lo quería, podía imaginar el chasquido de su humedad, tan sucio. Su boca dejaba ir palabras a medias, exigiendo más placer para saciar su deseo.

—Sí, eso es. Más fuerte bebé...

La cama rebotaba golpeando la pared, los almohadones caían por las fuertes sacudidas.
Aquel cuerpo desnudo se sacudía de placer, estaba tan necesitado de un orgasmo.
Normalmente sólo jugueteaba con sus pezones y acariciaba su falo hasta terminar a tiras largas sobre su cuerpo, hoy por el contrario tenía ese rosado aparato como invitado.

Después de una larga atención a su dilatada entrada, llevó su mano hacia abajo, deslizándola por su abdomen hasta llegar a su dura excitación. La tomó enrrollándola en su mano, paseaba sus dedos lentamente por todo el tronco y se detenía abruptamente en su cabeza. Masajeaba sus testículos a la par que se impulsaba con sus piernas, era un desastre, un muy sensual desastre.

Sus saltos se aceleraron, clavándose en el dildo tan fuerte como se lo permitía, su mano se deslizaba tan rápido por su falo que a penas podía mantenerse quieto. La cabeza estaba rojiza, lista para liberar su placer y tras unos cuantos saltos más lo logró. Tiras largas de semen salieron disparadas mientras se desplomaba sobre su cama, su cuerpo reaccionaba por sí solo moviéndose sin objetivo alguno. Su pecho subía y bajaba, sus jadeos se apreciaban a distancia.

Justo hasta la ventana de Mark, su vecino.
Le daba una vista perfecta de cada movimiento que realizaba en su habitación y Mark, como cada viernes por la noche lo admiraba sentado en su sofá tal vez con un trago en la mano o sólo acariciándose por verlo.

Le encantaba admirarlo, Jinyoung era un chico demasiado perfecto, todo un adonis.
Sabía que todos los viernes Jinyoung abriría las cortinas de su cuarto y dejaría a la vista como se satisfacía, se paseaba por su habitación con prendas sexys o muy lindas y después de jugar consigo tendría un orgasmo solitario.

Mark de deleitaba con aquel momento, y es que el chico era tan bueno tocándose que lo haría correrse sólo con verlo.

—Eres tan malo Jinyoungie...

Pronunció una vez vio los párpados del chico cerrarse para caer en un sueño profundo, descansando de una agotadora sesión de placer.
Mark nunca quiso ser partícipe de aquel momento, aún cuando Jinyoung le dedicaba calientes miradas y sexys movimientos, no cuando lo encontró parado frente a su hogar luciendo tan inocente, ni siquiera aquel viernes en que Jinyoung llevó a ese chico rubio y musculoso para que lo follara toda la noche.

Mark se conformaba sólo con verlo desde su ventana, porque sabía que cada movimiento, cada corrida y cada rico gemido era para él.

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Para aprender: El vouyerismo  refiere al acto de obtener excitación sexual al ver personas desnudas o realizando algún acto sexual sin que estas estén enteradas, esto puede ser considerado como parafilia  y en ocasiones como trastorno.

Si gustan conocer más sobre el tema pueden consultarme y con gusto les compartiré algunas fuentes, gracias por leer.

30 Days of Smut Challenge [Markjin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora