La ninfa Eco y Narciso.

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Eco es una oréade, ninfa de la montaña, del monte Helicón, esta ninfa es la que da origen al sonido que se conoce hoy en día como eco.

La hermosa y joven ninfa tenía una voz tan bella que de cuya boca salían las palabras más bellas jamás nombradas. En cuanto a las palabras ordinarias, se oían de forma más placentera. Esto molestaba a Hera, celosa de que Zeus pudiera cortejarla como a las demás ninfas. Y así sucedió. Cuando la diosa descubrió el engaño, castigó a Eco quitándole la voz y obligándola a repetir la última palabra que decía la persona con la que mantuviera una conversación.​ Incapaz de tomar la iniciativa en una conversación y limitada solo a repetir las palabras ajenas, Eco decidió apartarse del trato humano.

Otras versiones cuentan que el castigo de Eco por parte de Hera fue a causa de que la ninfa cubría las infidelidades del dios del trueno hacia la diosa protectora del matrimonio, y la entretenía con elocuentes conversaciones mientras su marido se divertía con sus amantes.

Una última versión explica que el castigo fue porque Hera tenía celos de la mismísima ninfa por tan bella voz que se le fue otorgada, ya que con su voz podría tener a cuantos hombres quisiera.

Retirada en el campo, Eco se enamora de un precioso pastor: Narciso, hijo de la ninfa Liríope de Tespias y del dios fluvial Cefiso y el cual despreciaba el amor de todos, quien el adivino Tiresias le predijo a Liríope que tendría una larga vida si no se contemplaba a sí mismo. La ninfa seguía todos los días al joven muchacho sin ser vista, pero uno de ellos, pisó una rama y Narciso la descubrió, Eco buscó ayuda en los animales del bosque para que le comunicaran a Narciso el amor que ella sentía, ya que ella no podía contarlo. Cuando Narciso supo de su amor hacia él, se rió de ella, y la ninfa volvió a su cueva y permaneció allí hasta decaer. Sobre el joven, algunos cuentan que otro muchacho que también se había enamorado de Eco oró a los dioses, pidiendo que el muchacho sufriera el dolor de un amor no correspondido. La oración fue respondida por Némesis, quien maldijo a Narciso de enamorarse de su propio reflejo. El joven terminó muriendo de desamor (otras versiones dicen que se ahogó mirando su rostro en el río) y bajó al Inframundo, donde fue atormentado para siempre por su propio reflejo en la laguna Estigia.

Otras versiones cuentan que Narciso despreció el amor de la ninfa cuando la vio en el bosque y ella no fue capaz de responderle nada más que sus propias palabras, sin intervención de animales. Entonces, ella desolada y ofendida, se encerró en un lugar solitario donde dejó de comer y de cuidarse mientras se iba consumiendo, y el dolor la fue absorbiendo hasta que desapareció y se desintegró en el aire, quedando solamente su voz que repetía las últimas palabras de cualquiera. Debido a esto, los dioses se molestaron, además de las demás mujeres rechazadas por Narciso que oraron a los dioses por venganza. Némesis las escuchó y castigó a Narciso. 

En el lugar en que Narciso murió, nació una hermosa flor con el mismo nombre.


Imagen en multimedia: Eco y Narciso de John William Waterhouse.

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