Capítulo 3

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TaeHyung lanza un suspiro desde la ventana de su habitación en el primer piso de la casa. Sus ojos azules se ven igual de vacíos que el cielo de esa extraña mañana primaveral escocesa. Su mejilla pintada de un ligero rubor está aplastada por la palma de la mano cuyo brazo se apoya en el marco caoba. Los labios color cereza vuelven a entreabrirse para soltar ese cálido aliento. Se encuentra muy aburrido allí encerrado.

Ha estado conviviendo con JungKook desde hace varias semanas. Como el mayor le prometió, no ha parado de buscar su preciado tesoro yendo incluso a los pueblos vecinos a preguntar. En todos esos viajes el pequeño selkie le ha acompañado y ha olvidado momentáneamente su anhelo de volver a nadar en el mar y sentir el oleaje acunándolo como si fueran los cariñosos brazos que lo sostuvieron efímeramente ese mismo invierno en el que nació. Esta vez no ha podido ser así. Una fuerte gripe lo ha mantenido en cama estos últimos días. Aún siente la boca pastosa y su frente un poco más caliente de lo que debería, pero gracias a JungKook que lo ha cuidado en todo momento, se ha estado recuperando rápidamente, tanto así, que ya puede abandonar la cama a la que estuvo anclado estos días. Salir de la casa solo está prohibido -JungKook prefiere ser precavido y no dejar en el olvido las circunstancias que llevaron a TaeHyung al pequeño pueblo pesquero.-, haciéndole imposible no alejar su mente de pensamientos nostálgicos y recuerdos alegres. Por momentos comer le parece innecesario, solo quiere envolverse en su cálido pelaje blanco y nadar sin ningún rumbo. Sentir la humedad del mar y explorar todos sus secretos que su abuela se encargó de contarle desde niño antes de dormir.

Vuelve a suspirar. Las campanas de la iglesia del pueblo anuncian que ya es mediodía. JungKook por una llamada que describió como urgente ha tenido que salir rápidamente a la capital. "Asuntos personales", dijo. "Volveré antes de la hora de la comida, lo prometo." Todavía faltan dos horas para eso.

Toma una manta de franela con la que abrigó al moreno la otra noche que se quedó dormido en una silla pegada a su cama. Se acurruca en ella y aspira el suave aroma que desprende la colonia de este. La presencia de JungKook le trae un poco de paz a su atormentada cabeza.

Descalzo sale de su cuarto y baja con cuidado cada escalón chirriante hasta pisar el parqué del enorme salón. Ya que no tiene nada que hacer decide intentar optar por encender la televisión de plasma y rezar por encontrar algo que mantuviera su aburrimiento a raya. Además, así podría enterarse antes de la llegada de Jeon. Este día está decidido a convencerle de llevarlo al puerto y quedarse sentados en el muelle escuchando la sinfonía del oleaje y la brisa marítima entrar en sus fosas nasales. Le urge aquello.

Sin saber cuándo se ha adormecido en el sofá con el murmullo de la tele de fondo hasta caer en la inconsciencia. No es hasta horas después que se desvela por unas ligeras sacudidas en su hombro y una suave voz susurrante. Abre los ojos pesadamente y empieza a perfilar la definida mandíbula, la pequeña nariz y los engañosos ojos rasgados de un profundo color castaño.

-TaeTae- susurra ese mote cariñoso con el que empezó a llamarlo sin darse cuenta. El menor asiente produciendo un leve gruñido, en señal de haberlo escuchado. Cierra los ojos con fuerza privando por un momento a JungKook de ver ese cielo despejado, para abrirlos de nuevo en un intento de aclarar su vista.

-¿Cuándo llegaste?- pregunta con voz ronca.

-Hace un rato. Te vi durmiendo, pero decidí no despertarte hasta tener lista la comida.- el menor se sonroja. No quería ser una carga para JungKook –más de la que ya era- y una semana atrás le pidió que lo dejara ayudar en todo lo posible, comida incluida.

-Lo siento.- JungKook muestra una mueca de no entender, así que prosigue.- Por quedarme dormido y no ayudarte.

- No pasa nada. Estabas dormido.

Gorm-Shùil [KookV]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora