Capítulo 2: Sombras del Pasado

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Ruby se despertó temprano, rodeada de los recuerdos de su adolescencia que colgaban de las paredes y se acumulaban en las esquinas de su habitación. Se vistió rápidamente, tratando de ignorar el desasosiego que la invadía. El simple hecho de estar de vuelta en esa casa, en ese pueblo, hacía que todo lo que había pasado pareciera a punto de salir a la luz, y eso era lo último que quería.

Al bajar las escaleras, encontró a su madre en la cocina, preparando el desayuno, como si los últimos cinco años no hubieran pasado. La cocina olía a café recién hecho y pan tostado, y el aroma le trajo recuerdos que intentaba suprimir. Su madre la miró, esbozando una sonrisa vacilante.

"¿Dormiste bien?" preguntó, tratando de sonar casual, aunque la tensión en su voz era evidente.

Ruby asintió y se sirvió una taza de café. Sentía que cualquier palabra o gesto podía abrir la puerta a preguntas que no estaba dispuesta a responder. Tomó un sorbo de café en silencio, sin devolver la sonrisa. No podía fingir que todo estaba bien, que era la misma Ruby que su madre recordaba.

"Algunos amigos preguntaron por ti," continuó su madre con cuidado, rompiendo el silencio. "Cuando supieron que habías vuelto... bueno, estaban sorprendidos."

Ruby apretó la mandíbula. No le sorprendía que su regreso hubiera levantado murmullos en el pueblo. Era consciente de que, en un lugar pequeño como Fairview, su desaparición repentina había dejado preguntas sin respuesta. Sabía que había personas que se sentirían traicionadas, decepcionadas, y que otros simplemente tendrían curiosidad.

"¿Vinieron a preguntar o solo hablaban a mis espaldas?" dijo Ruby con un tono sarcástico, sin mirar a su madre.

Su madre suspiró. "Ruby, entiendo que todo esto es difícil, pero... las personas aquí se preocupaban por ti. Tienes amigos que se preguntaron por qué te fuiste sin decir nada."

Ruby sintió una mezcla de ira y tristeza. ¿De verdad no entendían que había razones por las cuales se había ido? Razones que nadie podría comprender sin estar en su lugar. Tomó aire y trató de controlar sus emociones.

"No me fui porque sí, mamá. Y no creo que lo entiendan, así que será mejor que no hagan preguntas que no puedo responder," dijo finalmente, dejando el café a medio terminar y saliendo de la cocina.

Esa mañana decidió dar una vuelta por el pueblo, aunque sabía que eso significaba exponerse a las miradas de curiosidad y sorpresa de los habitantes. Era un pequeño desafío que estaba dispuesta a enfrentar, como una prueba de que era más fuerte y podía soportar las miradas inquisitivas sin derrumbarse.

Mientras caminaba, pasaba frente a lugares que antes conocía como la palma de su mano: la tienda de comestibles de la señora Carter, el parque donde solía pasar las tardes, la cafetería en la que había trabajado un verano. Todo parecía igual, como si el tiempo hubiera detenido su curso en Fairview. Pero Ruby sabía que el tiempo no se había detenido para ella.

Al llegar al parque, escuchó una voz familiar llamarla. Se giró y encontró a Sarah, su antigua mejor amiga, que la miraba con una mezcla de asombro y cautela. Sarah, quien había sido su confidente y cómplice en sus años de adolescencia, se veía casi igual, aunque con un aire de madurez en su rostro que antes no estaba.

"Ruby... no puedo creer que estés aquí," dijo Sarah, acercándose con cuidado, como si no estuviera segura de si Ruby la aceptaría o no.

Ruby le dirigió una sonrisa tensa. "Aquí estoy, Sarah. Volví."

Ambas se quedaron en silencio, observándose mutuamente, como si intentaran reconocerse después de tanto tiempo. Para Sarah, la transformación de Ruby era evidente. La inocencia en su mirada había sido reemplazada por algo más oscuro, una dureza que no recordaba.

"¿Por qué te fuiste?" Sarah finalmente rompió el silencio, aunque su voz estaba cargada de emoción y contención.

Ruby suspiró y miró hacia el horizonte. Sabía que Sarah merecía una explicación, pero aún no se sentía capaz de revelar la verdad. Había razones que no podía compartir, partes de su vida que se habían vuelto sombras en su memoria y que prefería dejar enterradas.

"Es complicado, Sarah. Hay cosas que... pasaron y que necesitaba dejar atrás," respondió con un tono serio. "No puedo explicártelo todo, pero créeme, no fue una decisión fácil."

Sarah asintió lentamente, aunque la decepción en su rostro era evidente. "Pensé que éramos amigas, Ruby. Pasamos por tantas cosas juntas, y de repente... simplemente desapareciste."

"Lo sé," dijo Ruby, con la voz más suave. "Y lo siento, Sarah. Pero tuve que hacerlo."

Ambas volvieron a sumirse en el silencio. Ruby sentía la culpa en su interior, pero sabía que tenía que protegerse. Había dejado de ser la chica que podía confiar en todo el mundo. Ahora, era una mujer que había aprendido a proteger su corazón y sus secretos.

"¿Vas a quedarte?" preguntó Sarah, con un hilo de esperanza en la voz.

Ruby miró a su amiga y asintió lentamente. "Por ahora, sí. Pero no sé por cuánto tiempo."

Sarah asintió, aunque Ruby notó que la tristeza aún se reflejaba en sus ojos. La despedida fue breve, y cuando Sarah se alejó, Ruby sintió una mezcla de alivio y culpa. El pasado que había intentado dejar atrás seguía persiguiéndola, y aunque había vuelto al lugar de donde había huido, no estaba segura de si alguna vez podría reconciliarse con las personas que había dejado atrás.

De vuelta en su casa, Ruby se sentó en su habitación, mirando las viejas fotos y los recuerdos de una vida que ya no sentía como suya. Sabía que su regreso a Fairview iba a ser más difícil de lo que había pensado. Su madre, sus amigos y su propia conciencia pedían respuestas, pero Ruby no estaba lista para enfrentar los fantasmas de su pasado.

Esa noche, mientras las sombras llenaban la habitación, Ruby se dio cuenta de que el verdadero desafío no era enfrentar a los demás, sino enfrentarse a sí misma y a las decisiones que la habían llevado hasta allí.

El Regreso de RubyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora