Erika no me quiso explicar nada, dijo que lo entendería con el tiempo, me dejo parada con la boca abierta, parecía estúpida.Me quedé paralizada sin saber nada, a tontada, y metida en un coche camino al odioso centro comercial, para comprarme un vestido corto por petinción de Erika para la odiosa fiesta en la que también estaba metida.
Resoplé mientras salia del coche sin ganas, pasaron como dos horas y no encontré ningún solo vestido que ponerme para la fiesta, así que en cuanto llegamos a casa Erika me tuvo que prestar uno de sus cortísimos vestidos, era negro ajustado, por encima de la rodilla, acompañado de unos tacones negros de aguja infernales.Estábamos agotadas así que nos quedamos dormidas, al llegar.