2. Odiar lo social

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Lo social no es natural

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Lo social no es natural

Arbeen miró su reloj cuando marcó las diez de la mañana. Estaba exhausto y todavía faltaba lo que duraban tres revoluciones francesas para irse a su casa.

Tenía tres descansos a lo largo de la jornada laboral, que abarcaba desde las siete hasta las diez de la noche de lunes a jueves. El primero era uno de media hora a las diez, el segundo uno de hora y media a la una, y el tercero de media hora a las seis.  Estiró los brazos sobre su cabeza aún sentado en su silla giratoria, dando vueltas. Un bostezo le hizo abrir la boca y, demasiado tarde, intentó ocultarlo cuando la nueva ya había visto hasta sus amígdalas desde el corredor que los separaba.

Arbeen se enderezó de inmediato y jugó nervioso con su corbata.

—Hola —dijo con las mejillas arreboladas.

Shelly lo saludó moviendo su mano libre tres veces a la derecha y dos a la izquierda.

Las contó, ¿quién hacía eso? ¿Por qué era tan torpe y raro?

—Así que... —Él se levantó de su silla y se acercó masajeándose la nuca, con la mirada gacha—. ¿Eres una de las nuevas maquetadoras? —intentó socializar, empezar una conversación como alguien normal.

Lo que se le daba fatal, aclaremos.

Ella asintió con una sonrisa antes de dar un sorbo a la taza que traía consigo.

—Trabajo de mierda nos ha tocado, ¿verdad? —Se le escapó una risa nerviosa mientras pensaba que quejarse del trabajo era un tema común entre los empleados. Los oía hablar de ello todo el tiempo, así que lo intentó.

Shelly escupió su té de vuelta en la taza.

Cuando lo miró, tenía el ceño profundamente fruncido, tanto como los labios. Arbeen quiso meterse dentro de una lata de lentejas. El color en sus mejillas se intensificó.

—Es decir, yo... —intentó explicarse, pero ella ya había dado media vuelta yendo a su cubículo otra vez—. Sí, apesto en la comunicación humano-humano, lo sé. —Suspiró.

Se sintió tan idiota y avergonzado por eso, que compró dos paquetes de frituras en la máquina expendedora como consuelo.

Shelly no se asomó al corredor en todo el día.

Té de lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora